David Leo García: urbi et orbi
El descubrimiento de un poeta que dice la palabra que nunca dijiste, porque no supiste hallarla, es como el beso del desconocido que eres tú, es como ver la imagen que quisiste que el espejo te devolviese algún día, es la máscara vuelta del revés. Ciudad, identidad y palabra: fronteras franqueables para peregrinos a riesgo de vida. Este chico vive en mi misma ciudad, la gramática de su vida es la geografía de nuestras calles, pero nunca pude pensarlo. Se llama David Leo García y ha ganado el Premio Hiperión con sólo 18 años.
CUANDO OPINO
Soy ciudadano, voto y me perfumo,
pienso, devoro el pienso mortecino
y la alfalfa forzada. Cuando opino
de entre mis labios sale un triste humo.
Siempre entre mis congéneres mesumo
y en colmenas de plástico me hacino,
ansioso de insultar a algún vecino
si en mi vacía ocupación me abrumo.
Éste es mi oficio: masticar mi sombra,
arderme en ese juego del conjunto,
vestir el polvo del gentío zafio.
Descalzo voy, pero sobre una alfombra
roja y mullida. Sólo me pregunto
que es lo que han de grabar en mi epitafio.
4 Comments:
Antonio,
dicho con poca poseía, eres un hijo de puta.
Me has quitado la palabra de la boca. Estaba a puntito de publicar un post sobre David estos días, después de haberlo descubierto hace unos meses. Ese chico es impresionante. Más comentarios en mi blog, pues pienso sacar mi propio post, aunque me hayas quitado la exclusiva. Mientras más hablemos de él, mejor. Se lo merece.
Por cierto, me he respondido al artículo sobre Ségolène una chilena, que ha dejado un comentario interesante.
Un abrazo.
Querido,
te respondo aquí a tu comentario sobre David en mi blog.
Qué razón tienes, se ha perdido la épica. No seré yo quien llore por ella. Quizás haya sido la obsesión por la épica el mayor obstáculo que ha impedido a gente como tú y yo, esa auténtica introspección que realiza David y que le permite ver el mundo a través de su interior, a través de las palabras que fluyen con naturalidad de ese mismo interior.
Nosotros aspirábamos a ser reconocidos por nuestro talento como chicos especiales, él se ha limitado a intentar ser él mismo, intentar ser un chico normal que escribe poemas y que se los curra.
A la vista está el resultado.
Sin más, ese es el tema.
Si volvemos a la épica, volvemos a la controversia y a la faja de ballenas. Escribe bien, pero no dice tanto, le cae mal el corsé y, sobre todo, resulta fatuo. Tal vez debería leer un poquitín más de poesía y no creerse tanto lo de los premios litrerarios tan poco solventes en España.
Silverio.
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