viernes, octubre 06, 2006

Dialéctica de clase, dialéctia de territorios

Hoy, una reflexión política:

Gracias al enfrentamiento entre jacobinos (o centralistas) y nacionalistas, en España hemos recuperado la dialéctica de clases. Entre Ibarra y Maragall hay algo, esta vez, tan crudo como lo real: el dinero. La lucha, por fin, no ha sucumbido a su propia semiotización (dígase, cuestiones identitarias). Detrás de las banderas y los idiomas de cada uno, han aparecido ceros y unos y doses.

Lo triste es que haya sido el PP, que no cree en ella (en la lucha de clases), el que la ha recuperado del baúl del olvido. ¿Qué es el enfrentamiento territorial sino lucha de clases zonificada? Desde una concepción socialdemócrata, ¿no es el Estado el que reparte equitativamente la riqueza mediante la redistribución y la transferencia de renta de los que más tienen a los que menos? El Estatut es un documento que pugna por recursos, y territorializa el conflicto (lo que Cataluña aporta... lo que Cataluña recibe...). Cuando se dice "blindar" la financiación, de lo que se habla es de sacar el dinero del espacio redistributivo del Estado. El PP habla de agravio. Arenas habla de agravio. Gracias por recuperar, sin quererlo, la lucha de clases que mi propio partido, el PSOE, ha olvidado, a fuer de hacerse liberal. El problema es que, aquí, en Andalucía, hemos escuchado demasiadas veces a Arenas y a las personas del PP quejarse de que vivimos de subvenciones y del PER. Que tenemos que ser autónomos. Que la receta es el liberalismo económico, es decir, el "yo me lo guiso yo me lo como" y adiós a la transferencia de renta entre clases, que eso "no funciona". El PP estaría encantado de que el Estado transfiriese menos dinero a Andalucía si ese recorte se produjese en zonas donde se habla español y obtienen votos (por ejemplo, Madrid). La coartada es que el tijeretazo proviene de Cataluña, donde no los quieren. Antonio Burgos un día habla de la insolidaridad catalana, para al siguiente lamentar la supuesta "dependencia" de la economía andaluza. ¿En qué quedamos?

Por tanto, llegamos a la contradicción del sistema: el PP oculta bajo reivindicaciones falsamente "socialdemócratas" su verdadero temor, que es su pérdida de control político en una zona y la disolución de la identidad española. Es decir, que hemos conseguido que la "falsa conciencia" esta vez no proyecte la cultura del dominante, sino la del dominado. Sólo que sigue siendo eso, "falsa".