lunes, enero 31, 2005

Tú a Boston, yo a Ohio

Antonio Asencio
(www.diariodirecto.com 03/11/2004)

Ha ganado George W. Bush -para regocijo del PP, aunque no lo digan- y debemos reconocerlo, los que, de una forma suave, desdramatizada, y con muchas dosis de relativismo, preferíamos al demócrata. Al espigado, desgarbado y europeizado senador John Kerry, cuya silueta, sonrisa y voz rezuman aires de Boston, de lectura tranquila en un campus universitario rodeado de césped fresco, y a quien es más fácil imaginar paseando por París que domesticando bestias en un rancho del medio oeste.

“Debemos reconocer la victoria” es una de esas frases hechas, vacías y performativas que, en su sentido interno, no quieren decir “fue legítimo y limpio” (en cuyo caso, se diría tal cosa) sino: “me equivoqué, el mejor era el otro”. Es decir, se basa en un principio político que atribuye a la legitimidad democrática una cerrada, y a la vez libre, racionalidad. No, el mejor no era Bush, ni en cuanto a política interior de los EE.UU. (desastre económico y social), ni en cuanto a su faceta de nuevo “matamoros” cósmico, redentor de civilizaciones atrasadas que no tragan con el béisbol y con el Big Mac, pero que almacenan petróleo, armas, ántrax y hasta becarias bacteriológicas.

Este no es lugar para lamentar lo que, bueno, nos parece poco afortunado. Pero sí para desmontar, de una vez por todas, el erróneo mito fundamentalista de la democracia racional como fórmula final de la sociedad occidental, en la que el elector escoge la mejor opción para sus intereses como teorizó alguien en el pasado.

Esta democracia es televisual, es simbólica: no votamos opciones racionales, sino identificaciones irracionales, iconos, reducciones semióticas. Es la dictadura del significante sobre el significado, de lo aparente sobre lo real. Ni si quiera es el “discurso” estructurado de Kerry, ni los sencillos eslóganes de Bush que atragantan el mundo en una sintaxis de galletas y armas de destrucción masiva, lo que nos atrapa o nos provoca rechazo. Son los modales, sin duda. Y está claro que a los europeos no nos gustan los modales rústicos e infantiles de Bush (a Ansar sí, hasta los ha imitado), y que a los americanos, Kerry les parece demasiado intelectual, demasiado refinado, y piensan que necesitan un tío duro que los tenga "bien puestos". Los aires de Boston no llegan a Ohio. Y Bush sigue en la Casa Blanca, "four more years".

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