Hasta las narices de mi alcalde
No puedo más con él. Sí, me refiero a este tipo de mirada triste y cara espesa de picapapeles de juzgado provincial que ven a mi izquierda. Hoy, que estoy caliente, me voy a poner en plan periodista de provincias. Sé que esto interesa poco a la gente que se mete por aquí, que vivís todos muy lejos, pero es que no puedo más.
La culpa, como siempre, es nuestra por haberlo votado. Cada pueblo tiene el representante que se merece, el que está más hecho a su imagen, a su piel. El caso es que este tipo, Francisco de la Torre, Paco para los amigos, alcalde de Málaga, se ha empeñado en que los malagueños nos dejemos nuestro sueldo en el coche, nuestra paciencia en los atascos, y nuestros sueños en la cuneta. Si no la vida, claro, en alguna de las curvas de la circunvalación más maldita de toda España. Porque Paco ha decidido que Málaga no debe tener Metro. Seguiremos teniendo Semana Santa, terracitas con cañitas y tapas, la calle Larios peatonalizada y muy mona y cada día más cortes ingleses y multicines. Y por supuesto, seguiremos teniendo atascos, que son ya parte de nuestro folclore. Pero el Metro no, porque por ahí no caben los tronos ni cabe nuestra idesincrasia.
Si el boicot a los productos catalanes me parece fatal, que el primer edil de mi ciudad quiera que sigamos estando al Sur no sólo de Europa, sino del desarrollo, y por hacerle la puñeta a la Junta de Andalucía paralice el comienzo interminable, larguísimo, descorazonador de las obras del Metro con el peregrino argumento de que se tienen que hacer obras previas para que podamos circular (¿podemos circular ahora, acaso? ¿Qué va antes, el huevo o la gallina?), eso, toda esa fiebre paranoica de político mediocre que sólo sabe tapar su mediocridad jodiendo los proyectos del de al lado, me parece delito contra la Ciudadanía, así, en Mayúsculas, al más puro estilo socialdemócrata. Es una pesadilla. Cuando no es una cosa, es otra. Hasta en el conflictivo Bilbao pudieron hacerlo... Aquí no hay ETA, pero hay logias "populares", cofradías del desamparo y la catetez, intereses cruzados y concejalas del Opus que invierten su tiempo de trabajo en ir a misa.
Eso sí, el representante de una de esas burguesías de provincias que tan bien encarna el PP, ha llenado Málaga de lucecitas de navidad, borreguitos de Belén, estrellas fugaces que nunca desaparecen y demás artefactos horteras que se supone que tanto gustan al populacho popular y al socialista. El dinero público tiene la forma del niño Jesús. Cuando llegue la Semana Santa, Paco de la Torre, que cada día tiene más cara de cofrade viejo y cansino, se volcará, hará todo lo que pueda para que las calles estén impecables y los tronos puedan alisar con su paso fúnebre (porque no olvidemos que la Semana Santa es gran funeral) los disensos que nos desunen a los malagueños, el vacío por no tener Metro y gastar dos horas cada día en llegar a nuestros trabajos. Cuando llegue la Feria de Málaga, tendremos al Arrebato con el cafelito y las emociones de los cojones, y vendrán Hombres G y la Pantoja, y tendremos fuegos artificiales y ya está. Seguiremos siendo lo de siempre, lo que se espera de nosotros. Qué asco.
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