domingo, febrero 04, 2007

La conjura contra América

Acabo de terminar "La conjura contra América", de Philip Roth. Es uno de esos clásicos modernos que se supone hay que leer (premio Pulitzer...etc), y por lo que a mí respecta, su lectura me ha dejado mal cuerpo. Mal cuerpo en el buen sentido: lo he pasado mal leyéndolo, porque el objetivo del libro es ese. Es un libro que describe la degradación de la democracia como un sufrimiento personal, familiar, social y colectivo.

El libro pinta, con los colores crudos del realismo sucio americano, un panorama de política-ficción, o lo que podría denominar un poco pedantemente como una ucronía, que consiste en la supuesta llegada en 1940 del aviador Charles Lindbergh (el que cruzó los continentes en el Spirit of Saint Luis) a la presidencia de los EEUU.

Lindbergh es aislacionaista y simpatiza con los nazis. Y toda esa ascensión progresiva del nazismo en Amércia está contada desde el punto de vista del joven Philip, un chico judío de 9 años que vive en una familia judía (y obrera) en un barrio judío (y obrero, recalco) de Newark, en New York.
Como es fácil suponer, la llegada de Lindbergh aterra a todas estas personas... Menos a unos pocos judíos, incluso de la propia familia de Roth, que se ven atraídos irrimisiblemente por Lindbergh y entran en su órbita antisemita.

La novela es muchas novelas:

Cuenta cómo la Democracia y el Estado de Derecho puede engendrar sus propios verdugos, y describe perfectamente el proceso inexplicable, pero posible, mediante el cual y de buenas a primeras un país entero es abducido hipnóticamente por la fuerza centrípeta de la intolerancia. Roth parece alertarnos de que la locura colectiva es posible.

Cuenta también la historia de los judíos de clase obrera en EEUU, que probablemente hayan sido mayoría, pero que han sido caracterizados habitualmente -e injustamente- como ricos magnates.

Cuenta la historia de la política en el siglo XX, una política de masas, mediatizada, y hace especial hincapié en la radio como elemento cohesionador/radicalizador de las posturas políticas (un periodista judío de radio termina liderando la política contra Lindbergh).
Cuenta la historia de las clases sociales en EEUU, de los barrios obreros y los sindicatos, del trabajo y la economía, de todo aquello que damos por sentado que al otro lado del charco siempre fue bien.

Cuenta la historia del jovencísimo philip, de la infancia, de la inocencia corrompida, del sufrimiento ante lo inexplicable, ante la violencia, ante la pérdida, ante el horror.

Podríamos hablar horas y horas. Pero en conjunto creo que es una historia de dolor. Una historia imprescindible del dolor, de la intolerancia y la sinrazón que atraviesan el siglo XX y quién sabe si el XXI. Es una novela dura, cruel, violenta, rápida y nerviosa, tiene una prosa sencilla e implacable. No es una novela estética, sino ética. Merecería la pena que se leyese en los institutos, pero no en clases de literatura, sino en la de Educación para la ciudadanía.

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