lunes, enero 31, 2005

Política chill-out

Antonio Asencio

(www.diariodirecto.com 09/12/2004)

Una de las novedades comerciales que el incesante Leviatán de la globalización ha escupido para estas fiestas de la natividad es un CD que encapsula un nuevo género musical: la ópera chill-out. No es una modificación adjetiva de la música, sino sustantiva: las lágrimas furtivas se dosificarán sintetizadas como una suave caricia mínima y no tendrán efectos emocionales secundarios; y ya no habrá quién esté sola, perdida y abandonada en populosos desiertos, porque la escueta salsa de ritmos eléctricos que extraen la tristeza del aria como una liposucción deja sin grasa una barriga, conducirán a nuestras heroínas urbanas a parajes tranquilos y neutros, bellos y blancos, exentos del galope ruidoso del mundo analógico.

Vivimos en la era de lo híbrido, de los alimentos transgénicos y de la desestructuración de las chaquetas; de la volubilidad de los géneros sexuales y de relativización de las fronteras físicas, políticas y mentales. Los bits son así de promiscuos. En la red, todos los puntos son nódulos equidistantes, anclajes que unen y suturan flujos provenientes de otros puntos. La estructura racionalista que dividió el mundo en conceptos jerarquizados deja de ser un árbol vertical para ser una red horizontal donde las ramas se abrazan e injertan unas en otras. El plan Ibarretxe, una canción de María Jiménez en formato mp3 o una galería de imágenes de Rubens conviven en la misma carpeta cuando abrimos el PC. El Aleph de Borges existirá cuando consigamos concentrar en un solo archivo comprimido todos los archivos diferentes del mundo.

Pero hasta ese momento de Big Bang invertido donde lo material se reduzca a un punto inmaterial de información, seguiremos pasando los géneros y los lenguajes del mundo por la turmix digital. El resultado es siempre un suave zumo de vídreo y fibra óptica donde la antigua violencia de lo directo ya no nos abrasa. La vida es un archivo ejecutable, regrabable y eliminable. Lo digital se comprime y mezcla, se “samplea” y retoca con Photoshop. Se difumina lo abrupto del mundo, se lo diluye, se lo minimiza.

Sin embargo, nos falta pasar por la turmix digital a nuestros políticos. Aún son demasiado analógicos, como viejos discos de vinilo, llenos de ruidos, y rayados. Les falta retocarse con los nuevos y magníficos programas de re-creación multimedia. Tal vez por eso ganó Zapatero, porque fue el primer político que entendió que en la era del Sushi con macarrones y el flamenco chill, la política también debería ser chill-out: neutra, blanca, híbrida e indolora. Zapatero es el primer político digital, pero Rajoy aún posee lo abrupto de lo analógico. El "consenso" no es otra cosa que la hibridación de ideas. El "talante" es la liposucción del carisma, ahora romo, minimalista e inofensivo. Por eso, señores del PP, pónganse a la moda y apúntense a la política chill-out. Los ciudadanos light tenemos demasiado poco tiempo, demasiada poca capacidad, para seguir con ardor sus exaltados desplantes parlamentarios. Antes que ustedes, cuando aún teníamos energías emocionales suficientes, estaban las arias que nos hacían vibrar.

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