viernes, noviembre 04, 2005

Conflicto e integración

Uno puede pertenecer a una cultura, o puede pertenecer a la contraria. Incluso uno se puede situar en los márgenes de una identidad, ser y ver su límite. Pero una persona que no pertenece a ningún mundo no es una persona ni puede comportarse como tal. Y ésa es la clave de lo que está ocurriendo en Francia, de la revuelta violenta de hijos de inmigrantes que reaccionan agrediendo a la autoridad. Son seres desclasados, excluidos de la identidad y la cultura francesa, fuera de la sociedad, sin nada que perder. Seres que tampoco son ya de aquel lejano mundo que sus progenitores se dejaron en África. Toda sociedad es un espacio ético de acción, y toda cultura es una cosmovisión moral del mundo. No existe sociedad sin valores ni existe persona sin sociedad, sin grupo. Sin embargo, los valores deberían ser cuestionables y cuestionados y las sociedades deberían ser abiertas, construibles por todos, espacios de diálogo creativo y consensual, y no monolitos excluyentes imposibles de asumir por quien viene de otro lugar o por quien, sencillamente, se ha quedado cultural, identitariamente fuera del monolito. Por tanto, ni el liberalismo multiculturalista inglés, que no implica sino un racismo positivo (sois diferentes, os dejamos serlo, pero cada uno en su sitio) ni el centralismo cultural francés (la única diferencia posible es la que marca nuestra Constitución: asumidla y olvidad vuestras raíces). En ambos casos, el Estado, el sistema de valores, queda intacto. No. Dejémonos modificar y transformar por el de fuera. Cambiemos. Obviamente ellos deben hacer un esfuerzo de adaptación mayor, pero olvidemos posiciones numantinas de defensas cerradas de culturas unívocas, y apostemos, dentro de lo razonable, por el mestizaje, por hacer una cultura compartible por todos. No nichos separados, ni monolitos impuestos. Aunque parezca tautológico, sólo haciendo el esfuerzo de mezclarnos con los inmigrantes haremos más fácil lo que precisamente les pedimos a ellos: que se integren. ¿Y qué es integrar, sino mezclar?