Bono y la diferencia
Para cada discurso, un hombre. Para cada hombre, un discurso.: Bono y la diferencia. La estética pública, a veces im-púdica, debería analizar este fenómeno del mapa discursivo-político con escalpelo y lupa de semiólogo barbudo. Eso, alguna vez, fue el periodismo, armado de libros, armado de Universidad, y desprovisto de hambre voraz de titulares y latiguillos verbales. Bono, reticente, paternal, institucional, abanderado, critica la exaltación de la diferencia, del no querer saber nada del vecino: bien. Dicho en Bosnia, por Bono, el hombre -su discurso- la metáfora viaja a través de los herzios de las agencias y se activa en la "balcanizada" España, lugar de diseminación y descentramiento, lugar en el que la identidad siempre es esquizo-identidad, sometida a la doble tensión mefistofélica y paranoide de lo centrípeto y lo centrífugo. Si la ecuación nos lleva a pensar que la exaltación de la diferencia conduce a la guerra, el que fue creado en la diferencia por lo igual, le recordaría que también el no-reconocimiento de la diferencia conduce a la guerra. Leviatán contra sus fronteras, contra sus variaciones. Lo absoluto y diviso tienen en común el amor por la guerra, la guerra de bellas causas. La guerra y la identidad. Y tal vez, bajo esa noticia de agencia, ese estudiado y previsible ir y venir de titulares Bono-Bargalló (lo centrípeto y lo centrífugo), se oculte la verdadera misión de los ejércitos digitales: proteger los nuevos territorios de palabras, enviar soldados para soldar la identidad, el relato de los pueblos. El relato, el discurso. Y Bono, al frente. En la Ex-Yugoslavia.
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