Allá donde se cruzan los caminos
El fin de semana pasado estuve en Madrid. Madrid cada día es más pequeño. Lo recorro desde la Gran Vía adentro, hacia Malasaña, hacia Princesa, hacia Debod, hacia los Austria. Sin parar, sin yuxtaponer: el tiempo fluido de Bergson, acumulado, continuo, en constante cambio. Y como en La Historia Interminable, presiento que una Nada se va apoderano de la ciudad. La va cercando. Y amenaza con hacerla desaparecer. Es la Nada de los arquitectos municipales, de los concejales de urbanismo, de las grandes promotoras, de las zanjas, de los PAU's, de la ampliación de la Castellana. Hombres con traje gris que van y viene, venden y compran. Niñatos con másters. La ciudad es un buen negocio. Su negocio. Una mercancía. Técnicos municipales con planes y planos, al servicio de hombres con trajes grises. Y pasta, mucha pasta. Y Madrid, se encoge. Se encogen sus barrios, se encogen sus noches selváticas, se encogen sus esperanzas, se encoge su caos.
Tu Madrid, Gallardón, es una puta mierda.
No me interesa. Porque no tengo intereses, más allá de mi modesto apartamento en la Plaza de los Cubos. Madrid... Cada vez más pequeñito. Cada vez con menos aliento. Si al menos Gallardón y su prepotencia florentina hubiesen traído la ciudad desestructurada de Koolhas, o cualquie pijada por el estilo... Hasta el Madrid cateto y beato de Álvarez del Manzano resultaba indigestamente entrañable. De malo, despertaba lástima. Por momentos, era como desayunar en una novela de Galdós. Esto que me he encontrado este fin de semana es una ciudad sin identidad. La sede interminable de una empresa. Una oficina con calles. Una sala de Juntas con metro debajo. El resultado cuatro pijos armados con escuadra y cartabón. Y con buenos negocios, eso sí.
Amplían la Castellana y hacen más edificios para oficinas. Miles de personas trabajarán en el Norte. Mientras el crecimiento de población se da en el SUR. ¿A nadie se le ocurrió llevar el centro económico donde viven las personas? ¿Por que no se hizo, porque el metro cuadrado vale menos? ¿Les importa un pimiento atascar la ciudad todos los días?
Madrid, mi refugio. Mi calle. Mi soledad. Mi angustia. Mis horas perdidas vagabundendo. ¿En qué despacho del Ayuntamiento te perdiste? ¿A qué tecnócrata solicitarte?
1 Comments:
Vaya, deberíamos habernos encontrado por aquí, vivo enfrente de tu apartamento...
¿Te llegó mi mail?
Besos desde la ciudad de la obra eterna y la especulación inmobiliaria y el atasco de sol a sol y... uff.
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