Moros en la costa
Después de saborear un merecido triunfo de la izquierda, se impone la reflexión y el análisis. Detrás la evidencia de la victoria del PSOE por un millón de votos se ocultan algunas nada desdeñables debilidades sociológicas del discurso socialista en determinadas zonas de España.
La pérdida de peso en muchos ámbitos urbanos del arco mediterráneo y la mitad sur debería mover a la reflexión -desde el sosiego y sin alarmismo-, analizar las causas y determinar posibles soluciones. Lo peor que se puede hacer cuando se detecta una tendencia adversa es no hacer nada, pensar que es coyuntural y que ya pasará. Y la primera piedra de esa reflexión es identificar y reconocer el fenómeno. Porque sí, parece claro que en la costa, al menos en la costa mediterránea, hay “moros”.
Que nadie malinterprete mis palabras. “Moros en la costa” es una expresión popular que designa que el adversario se acerca, que está en el escenario y que es mejor tener cautela. El PP tira en las zonas urbanas, que suelen situarse en la costa. Prácticamente en todas las grandes ciudades de Andalucía la derecha ha avanzado, ampliado su victoria allá donde ganaba o recortado distancias donde perdía. El fenómeno de Valencia y Murcia es el más claro y sangrante de todos: en esas dos comunidades el PP vence en todas las elecciones y casi a todos los niveles.
¿Por qué? En las nuevas zonas urbanas –pueblos que han crecido rápidamente en la vorágine de un urbanismo voraz, urbanizaciones con o sin campos de golf…etc- se produce un fenómeno llamado “gentricismo”: capas de población que provienen de antiguos barrios obreros, gente desclasada que ha olvidado sus raíces y se ha sumado al discurso del “nuevo rico” de la construcción y sus aledaños que el PP ejemplifica a la perfección. Este fenómeno, que explica además por qué los casos de corrupción urbanística casi no perjudican a la derecha, se da en Valencia, Murcia, Madrid y las zonas costeras de Andalucía.
En las zonas urbanas consolidadas, o mejor dicho, en los grandes barrios “obreros”, antiguo aluvión de emigrantes del interior, y tradicionales graneros de voto socialista, el PP tiene margen para crecer con el discurso xenófobo, como ya probaron a hacer en la campaña electoral, y habría que analizar bien, con los datos en la mano, el comportamiento electoral en estas zonas de interés prioritario para el PSOE.
Otra hipótesis, compatible con las anteriores, es que los grandes núcleos urbanos son más permeables a la presión mediática, dominada ideológicamente por la derecha en su adhesión a las tesis más duras del PP, mientras que en las ciudades medianas y pequeñas el discurso político se construye de manera comunitaria, con un profundo poso de la memoria histórica, sobre todo en Andalucía. Ahí el voto del PSOE resiste bien o incluso aumenta.
Los antídotos no son fáciles. En las nuevas zonas de expansión ha calado el mensaje que identifica al PP con el desarrollo urbanístico, y al PSOE con el parón de la construcción y el paro consecuente –sobre todo en Andalucía-, con las nuevas leyes urbanísticas de la Junta. La realidad se aproxima a lo contrario: el PP ha promovido una política municipal irresponsable e insostenible, que no sólo ha dilapidado el suelo de las ciudades –buscando las plusvalías de los convenios, y enriqueciendo a promotores afines-, sino que ha hipotecado su futuro económico, sin diversificar la economía y sin atraer inversiones productivas. El paro de ahora es consecuencia, sobre todo, de esta política. Basar la economía en la construcción es pan para hoy y hambre para mañana. Al PP de estas ciudades le ha salido demasiado bien la jugada que consiste en vender la propia ciudad hasta quedarse sin nada, desclasar a mucha gente, crearles la ilusión del “nuevo rico”, y luego echarle la culpa del paro al PSOE cuando ya no queda un metro cuadrado sobre el que edificar.
Si pensamos en el discurso xenófobo y neopopulista sobre la inmigración, debemos tener en cuenta que es un mensaje irracional, destinado a crear miedo en la población, y ante el cual oponer un mensaje racional puede no servir de mucho. En otras palabras, frente al miedo al otro, tal vez no sea suficiente argumentar que los inmigrantes han sido el motor de la economía en los últimos años, y que España no debe olvidar que en su día fue un país de emigrantes. No sé si el antídoto perfecto es alertar y crear un miedo contrario sobre el peligro real que supone el discurso de Lepen para la convivencia en esos barrios, pero pienso que puede ser más eficaz por su componente emocional.
Con respecto al papel de los medios de comunicación, ya he escrito mucho sobre el tema. Mientras a la derecha el trabajo duro de desgaste del PSOE se lo hagan los medios, y esto no suceda a la inversa, hay poco que hacer. Además, hay que implantar en la izquierda la cultura de que, hoy por hoy, se hace más política en los medios de comunicación que en los foros institucionales.
El fenómeno está, existe. Con variaciones locales, pero con unas pautas comunes. Querer verlo, o no, es ya una decisión política. Las soluciones no son fáciles, pero existen. Al menos todavía.
Artículo original en El Plural
Etiquetas: El plural
2 Comments:
Estoy de acuerdo con lo que dices, menos en una cosa, si la Iglesia notase, de forma aplastante, que sus "bases", como tú dices, no les apoyan en todo aquello que suponga, como en este caso, un episodio más tan lamentable y bochornoso, tan miserable, tan "a Dios rezando pero con el mazo dando", las cosas podrían empezar a ser de otra manera. Pero mientras tengan el apoyo, tácito o implícito, de la comunidad cristina, esos avances nunca se van a dar.
Perdón por la equivocación, es evidente que este comentario está dirigido al artículo "lesbiana, una situación irregular". Reitero mis disculpas.
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