Desbandada en el PP
Lo peor de Rajoy no es que no sepa generar una “moral de victoria”, como lamentaba Isabel San Sebastián en un reciente artículo, por cierto, citado con entusiasmo hincha por Sánchez Dragó en el telediario de Telemadrid (sí, en la tv pública madrileña, saltándose no ya el respeto al pluralismo político, que me río yo de eso en TeleEspe, sino la básica división entre opinión e información).
Lo peor es que muchos en el PP están esperando –y hasta deseando- que Rajoy pierda de una vez. Que pierda para cerrar una página negra de la derecha española: un callejón sin salida.
El verano empezó con Piqué diciendo “adeu, Rajoy”. La caída hacia el abismo se precipitó poco después con la sentencia del 11-M, que condenó definitivamente la mayor mentira de Estado de nuestra historia, montada por Acebes y Zaplana (con el beneplácito de Rajoy) en tres días y continuada por los amiguetes de El Mundo y la Cope durante casi cuatro años.
Y en las últimas semanas, mientras Solbes anunciaba que seguiría en la política activa acompañando a Zapatero, Rato daba un sonoro portazo marchándose a la empresa privada y cerrando cualquier especulación sobre su posible incorporación a unas listas peperas tan huérfanas de talento.
Pero sigamos. Por un lado Bono, banderín de enganche del voto centrista del PSOE, anunciaba su vuelta. Por otro, su amigo Gallardón mostraba en público sus lágrimas de soledad en la presentación de un libro sobre Fraga a la que, por cierto, no acudió Rajoy. Baste recordar que en ese libro Fraga le recomienda “suerte a Rajoy, que no la tiene”, para entender la quiebra entre el gallardo-fraguismo centrista y el ala dura capitaneada por AceZaRa (Acebes, Zaplana y Rajoy).
Rajoy ha perdido la iniciativa política: la gente de pedigrí se le va, el centrismo pepero está con las orejas gachas, Aznar reaparece cada dos por tres diciendo cada vez una burrada más gorda que suena como una bofetada en la cara de su heredero. Rajoy se ha quedado sin tiempo para hacer su viaje de nueve mil leguas hacia el centro de la política, y por eso ha depositado sus escasas esperanzas en ETA, al albur de algún atentado sangriento que dé un improbable vuelco con la consiguiente campaña de agit-prop de AVT, Cope, El Mundo..etc. Ése es el único proyecto político de Rajoy.
Y luego está Gallardón, que ése es otro tema. Si Rajoy lo incluye en las listas, pasarán dos cosas: por un lado, todo el mundo lo entenderá como la asunción total de que se va a perder; por otro, se armará la marimorena con Esperanza Aguirre. Si no lo incluye, será mal entendido por la sociedad española.
Todo esto le está pasando a Rajoy por haberse rodeado de malos compañeros de viaje: Acebes y Zaplana son la garantía de la derrota. La Cope y El Mundo, también lo son. Ellos, y nadie más, les asestarán la puntilla a Ra, ya lo verán. A Rajoy le va a pasar como a César en la obra de Shakespeare, en la que cada uno le va dando su puñalada hasta llegar al último, su mejor amigo, Bruto, que a sus espaldas había urdido la conspiración. Cuando Bruto le va a apuñalar, César, sorprendido, le dice, “Et tu, Brute?” (¿Tú también, Bruto”).
Artículo original en El Plural
Etiquetas: El plural
2 Comments:
"la básica división entre opinión e información"
¿Enfermedad de Telemadrid? ¿No es la misma sutil manera de TVE - qué tarde se pegaron en el canal24 repitiendo el discurso plomizo de JLuis y su orgullo, el máximo según él, el único según todos, del nombramiento de Felipe, que no se corta en insultar a ZP en todo cenáculo madrileño que se precie y ante los oídos de todos-? No es la enfermedad parásita de prácticamente toda la prensa española? ¿Qué me dice de la prensa deportiva donde probablemente sólo haya opinión? ¿Y de El Público, que dice que no tiene editoriales? Es un decir, que en todo medio, basta elegir al correcto para que no haya que censurar. Pero el colmo es suponer que El Plural es un modelo de fronteras bien puestas.
Ante todo eso, un "autor", que es como se le llama ahora a la personalidad, no engaña a nadie: Dragó es más fresco que todos aunque no guste y a pesar de pasar los setenta. Y no oculta lo que es su opinión: los que gritan en teles y radios que se proclaman defensoras de la serenidad pretenden presentarse como no opinadores para resultar que la selección de sus noticias, su escaleta y su precisa redacción del titular, son su opinión y no cabe duda de que lo es en sus lecturas indignadas.
En este país tan raro, ni jueces ni periodistas hacen de su reputación de independientes la razón de ser de sus trabajos, un motivo de orgullo el ser reconocido como tal, todos buscan el clan que les arrime al poder y al sueldo.
(y me dejo esas informaciones que no son opinión de prisa y sus cuadras cada vez que alguien les toca el dinero, que merecen parte de la historia universal de la infamia: ante todo eso, Dragó es puro aire fresco: sabe leer y escribir, sabe citar)
Sánchez Dragó será todo eso, pero es un poco partidista para estar en una TV pública pagada por todos, ¿no crees?
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