lunes, septiembre 10, 2007

Alcaldes contra la vivienda

Ante las acusaciones de “electoralismo” que ha recibido el anteproyecto del Gobierno Andaluz para garantizar el acceso a la vivienda de la práctica totalidad de la población, me pregunto para qué sirve un político si no es para encarar los problemas de los ciudadanos con el incentivo democrático de ganar las elecciones.

Quitando las lógicas reticencias del ministro Solbes, celador escrupuloso de las cuentas públicas, el anuncio ha sido bien acogido por los ciudadanos, los agentes sociales y hasta por algunos constructores. El presidente del Consejo Superior de los Colegios de Arquitectos de España, Carlos Hernández Pezzi, ha dado la bienvenida a la propuesta. Ante la posible parálisis del sector de la construcción, esta medida incentivará la actividad económica y el empleo a la vez que afronta uno de los problemas más graves de la ciudadanía: la vivienda.

La medida del Gobierno Andaluz es una de esas decisiones estratégicas que describe Lakoff en No pienses en un elefante (no me canso de recomendarlo): aborda un tema sensible como el acceso a la vivienda, hace llevar la iniciativa política a quien la promueve, tiene un fuerte impacto social y pone al adversario, en este caso el PP, frente a sus propias contradicciones. Centrémonos en el último punto.

La reacción alérgica del PP ante un proyecto para promover la vivienda protegida certifica lo adecuado de la medida. Demuestra que a lo que en realidad se oponen los alcaldes peperos no es a la ley, sino a la vivienda protegida en sí misma. Algo que por fin se está visualizando gracias a este golpe de efecto de Chaves, ejecutado por el brazo de hierro de su consejera de Obras Públicas, Concha Gutiérrez.

Esta oposición del PP a la VPO viene de antiguo –Aznar y Rajoy casi la eliminaron- y ha sido actualizada en el nivel local por la inacción sostenida de sus respectivos consistorios, frente a la hiperactividad promotora de alcaldes socialistas como el de Sevilla, Monteseirín, que a este paso se convertirá en el gurú nacional de la VPO.

Durante años, los alcaldes del PP andaluz han bloqueado la VPO en sus ciudades, primando la vivienda libre, y beneficiando así a especuladores amigos, bajo la coartada política del clásico “es competencia de la Junta”. Como en el perro del hortelano, ni han hecho VPO ni han puesto suelo para que el gobierno autonómico las hiciese. Va de suyo que los suelos eran moneda de cambio en el mercadeo invisible del urbanismo municipal más depredador. Ahora la Junta ha decidido coger el toro por los cuernos y lanzar un órdago a estos tahúres del territorio que, si no participan de este gran pacto por la vivienda, deberán explicar sus motivos a la ciudadanía.

El PP andaluz, en estas capitales, ha jugado al pimball con la Junta y nutrido su discurso victimista con el espejismo del agravio frente al desarrollo. La idea de un PP dinámico y urbano frente a la oficialidad ortodoxa del PSOE en Andalucía es falsa: lo que les hace conservar estas alcaldías es un abstencionismo creciente en las grandes ciudades, consecuencia de una desafección por la política que ellos mismos alimentan generando eternos conflictos con la administración autonómica. El verdadero PP que gana en Málaga, Granada, Huelva, Almería y Cádiz tiene un anclaje nacional-católico en los sectores más tradicionalistas y conservadores, que son los que controlan la dinámica inmobiliaria de estas urbes. Muchos de sus miembros comenzaron en política en el tardofranquismo, como el actual alcalde de Málaga, a la sazón presidente de la última Diputación franquista en 1972.

Este último regidor prometió para la pasada legislatura 7.000 VPO de las que sólo pudo entregar apenas 1.000. La situación se repite en Granada, Cádiz, Almería y Huelva. Sus mandatarios se han escorado en el “es competencia autonómica” no para tapar su incompetencia, sino para proteger un negocio privado que la VPO pone en jaque. Ahora tendrán que optar entre blindarse ante el envite de la Junta para mantener ese negocio, o ceder y colaborar con el Gobierno Andaluz para evitar que la mayoría de los andaluces sigamos siendo rehenes de las hipotecas y los tipos de interés.

Que tomen nota otros líderes autonómicos, porque para frenar la especulación no sólo es preciso voluntad y buenas palabras, sino enfrentarse de cara ante quienes la promueven, ocupen el sillón que ocupen, y desenmascarar su retahíla de excusas y falsas justificaciones.

Artículo original en El Plural

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