lunes, septiembre 03, 2007

Rosa Díez: ya basta

Seamos sinceros: no conozco a nadie que hable bien de Rosa Díez que no sea afín confeso o disimulado del PP. Lo que ya no sé es si después de jalearla y alimentarla en los circos mediáticos de la derecha más farisaica se dignarán a prestarle su voto. Por sus admiradores los conoceréis, podríamos decir, parafraseando el dicho bíblico. Pero hay admiradores que es mejor no tener, cuya admiración es tan amorosa como el beso del vampiro, que te aman para matarte.
Rosa Díez fue consejera de turismo en un Gobierno del PNV y proyectó una imagen de política ciberpunk eco-abertzale, más propio de una militante de EA o Aralar, con la que, aparentemente, rompía moldes y hacía virar al socialismo hacia posiciones pactistas con los nacionalistas. Todo ello en unos años, si no de plomo, sí de hierro, con ETA matando a decenas de personas y con un PP explorando treguas. Pero mientras fue consejera, a Rosa Díez no le dio ningún ataque de honestidad política. Se mantuvo firme en las convicciones que la llevaron a la consejería.

Cuando perdió el poder, cambió sus convicciones. Eligió otro público objetivo, moderó su imagen. Su marxismo evolucionó, pasando de Karl a Groucho, quien dijo aquello de: "estos son mis principios, si no te gustan, tengo otros". A fin de cuentas, para Rosa Díez cambiar de principios fue tan fácil como cambiar de peinado, de chaqueta o de admiradores. Se presentó en un congreso de los socialistas vascos contra Redondo Terreros, y perdió. Algunos años después, perdería, casi haciendo el ridículo, frente a Zapatero en el Congreso que aupó a éste a la secretaría general. Nunca metabolizó aquel sopapo y eso la condujo a un enfrentamiento frontal con Patxi López, elegido secretario general del PSE y hombre de confianza de Zapatero.

Rosa Díez ha terminado pensando, con esa lógica democrática que recuerda a Anguita, que, si la gente no la vota, es que -la gente, no ella- está equivocada. Al parecer, ha descubierto el verdadero socialismo en las tertulias de la COPE, en las muy socialistas páginas del ABC o de El Mundo, donde siempre apreciaron su disidencia y valoraron su izquierdosa integridad jacobina. También fue íntegra manteniendo su acta de eurodiputada hasta que el cuerpo ha aguantado.

Rosa Díez ha visto frustrado su gran objetivo durante estos últimos años: ser expulsada del PSOE. No ha sido, esta vez, la máxima marxista -de Groucho- de "no pertenecer a ningún club que la tuviera a ella de socia" lo que la ha impulsado a esta tarea, sino el deseo indisimulable de ganarse portadas y presentarse ante la sociedad como víctima de un partido que no admite críticas. Lástima, Rosa, no ha pasado, y tienes que fundar tu partidito sin ese plus de publicidad que te hubiese granjeado la expulsión. Era demasiado obvio.

Porque méritos, los ha hecho, provocando una y otra vez, buscando herir al Gobierno y al PSOE con artículos descarnados en la prensa conservadora, exagerados y malintencionados, olvidando que la discrepancia real se hace en el seno del respeto y la lealtad, y sólo así es constructiva. Pero hay otro cálculo político que Rosa Díez no ha hecho: que sus admiradores mediáticos le retirarán el apoyo -como ya está haciendo Pedro J.- en cuanto perciban que su figura puede restar un solo voto a un desdibujado Rajoy. Ahí se terminará la pantomima. Y esa será la prueba definitiva de lo que afirmé al principio: que el trasunto político de Basta Ya no es una escisión del PSOE, sino un montaje más de esta derecha especializada en montajes. Sólo que algunos, o más bien, la mayoría, salen mal porque son precisamente eso: montajes e inventos.

Por eso, ya basta de simulacros mediáticos de honestidad, ya basta de personalismos espurios sin fundamento, ya basta de tomarle el pelo al personal, Rosa, que es lo que has hecho desde que le cambiaste el peinado a tus convicciones. Lo dicho: si algunos dicen "Basta Ya", yo digo, por fin, "Ya Basta".

Artículo original en El Plural

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1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Pues ya conoces a uno.

2:07 p. m.  

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