El colchón de la libertad
En su discurso de investidura, Esperanza Aguirre, al parecer, se ha vuelto a colocar el traje fucsia de liberal, de ese liberalismo español tan clásico que representa, con larga tradición, la derecha de Libertaddigital, la COPE, el OPUS, los Obispos y los grandes de España. Llega la libertad de horarios comerciales como apuesta de envergadura de aquella a quien incomoda la libertad de conciencias ideológicas.
En una loa desinteresada y neutral a “la presidenta” en su discurso de investidura, el periodista de Libertaddigital, Agapito Maestre, poco menos que desoxida el pensamiento liberal de Adam Smith, tal vez hasta llegar a Hayek, olvidando, eso sí, a Iasiah Berlin o a Hannah Arendt. Según Aguirre, secuenciada mediáticamente por los altavoces a sueldo en el púlpito digital, es decir, según Aguirre-Maestre, la libertad es “poder comprarte un colchón a las cinco de la mañana”. Coño, felices sueños, libertad, que llega el Lorenzo Lamas del liberalismo hispano-americano.
En cierta manera, hasta resulta lógico que la derecha mande a la cama al concepto –tal vez se estropeó tu viejo flex en tareas propias de la madrugada-, y este sueño liberal explique de por sí la amarga historia política de España.
Porque la posibilidad de comprarte un colchón de madrugada, que es cuando habitualmente la ciudadanía neoyorquina –puesta como ejemplo por Maestre- realiza estas actividades, es toda la horquilla dentro de la cual estas mentes liberales, muy representativas de cierta España ilustrada à la carte, entienden el concepto.
Es, admitámoslo, una coartada perfecta para el legislador que favorece el interés de los pocos muy grandes frente a los muchos muy pequeños. La táctica consiste en defender el abuso comercial, la competencia desleal y la explotación de los ya muy precarios trabajadores de estos centros envolviendo todo ello con el celofán del liberalismo. No es nuevo: El desarrollismo tardofranquista de los tecnócratas del OPUS coqueteó hábilmente justificaciones similares.
De esta horquilla quedan excluidas obras de teatro incómodas –censuradas rápidamente con espurios argumentos. Queda excluida la neutralidad de la televisión autonómica –acaso no ya la neutralidad, sino la mera decencia. Queda excluido un reparto equitativo de las licencias de televisión digital terrestre, todas en manos de grupos mediáticos no ya pro-PP, sino pro-Aguirre. Ya que toman de ejemplo Londres, podrían pasarse una temporadita en la capital británica no sólo comprando en Harrods, sino asistiendo en libertad a cualquier obra de teatro, conviviendo con mujeres que llevan el burka o pagando una tasa municipal por meter el coche en el centro. Se lo recomiendo vivamente.
Estos liberales, por abundar en su colorida panorámica del concepto, son los mismos que se manifiestan con Rouco contra el matrimonio gay y llevan al Senado a un psiquiatra que cataloga la homosexualidad de enfermedad propia de hijos de borrachos. Son los mismos que boicotean a medios de comunicación si no claudican ante sus exabruptos.
Claro que la factura de la libertad política, cívica y mediática, de la libertad ideológica, de la mera libertad para ejercer tus derechos de ciudadano, que es algo que somos antes de ser consumidores, tiene un coste muy elevado. El coste de no dormirnos frente al engaño masivo de quien lleva buscando una victoria electoral en un atentado de ETA desde hace más de tres años.
Por eso, para estos, es mejor tener un “buen colchón” liberal. Un colchón que aguante todo lo que le eches.
Artículo original en El Plural
Etiquetas: El plural
1 Comments:
Ya sabes lo que opino de este tema.
Me sonroja como en España determinadas personas del PP enarbolan la bandera del liberalismo.
El liberalismo originario, enriquecido con todas aportaciones posteriores de las revoluciones democráticas y sociales, y las aportaciones de los nuevos movimientos sociales de finales del siglo XX es la ideología base de los sistemas democráticos de nuestros días.
Pero no es ese liberalismo el que defienden Espe & Cia. Como bien dices es el liberalismo de comprar a la hora que me de la gana: un reduccionismo comercial de la libertad al que además no le preocupe que esa libertad formal sea de hecho una dominación material,la ley del más fuerte.
Pero cuidado si lo que queremos es una televisión pública que garantice nuestra libertad con el derecho a la información, la libertad de expresión de las obras de teatro incómodas o la libertad de casarnos con personas del mismo sexo.
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