Y si...
Acercándonos a las fechas de las elecciones salen a flote, como resumen de una legislatura pródiga en conquistas sociales, serios interrogantes sobre qué haría el PP en caso de ganar las elecciones. La cuestión no es baladí porque afecta a mucha gente.
Muchos gays, por ejemplo, se preguntan estos días si la derecha les quitaría el derecho al matrimonio. Probablemente sí. De lo contrario no se habrían manifestado con el Foro de la Familia ni habrían llevado la ley al Constitucional, ni tampoco habrían exhibido a Aquilino Polaino en el Senado, ese psiquiatra que habla en la COPE y dice que la homosexualidad es una patología producto del alcoholismo de los padres.
Muchas mujeres se preguntan si derogarían o modificarían la Ley de Igualdad, que ha derribado barreras de género antes tan invisibles como infranqueables. Es sabido que el PP está abiertamente en contra de la discriminación positiva en cualquiera de sus manifestaciones.
Muchos inmigrantes que trabajan y que vieron regularizada su situación se preguntan si los expulsarían del país. Así se podría deducir de la postura que mantuvo el PP en contra de este proceso que sacó del vacío legal a casi un millón de trabajadores.
Muchos catalanes que votaron sí al Estatut se preguntan si ese voto democrático sería papel mojado. En principio el Estatut está en el Constitucional, pero una victoria del PP podría facilitar su derogación.
Muchos profesores, padres y madres de alumnos que creen necesaria e importante una asignatura laica de valores cívicos se preguntan si el PP quitaría Educación para la Ciudadanía y restauraría la Religión como materia curricular. El proyecto educativo de Pilar del Castillo convertía esta asignatura en evaluable en igualdad con las matemáticas o la lengua. Además, Rajoy ha declarado que este proyecto pedagógico basado en enseñar los valores de la Constitución y de los Derechos Humanos le parecen “el catequismo del buen socialista”. De modo que iría fuera.
Rajoy y sus voceros radiofónicos dejaron claro en su día que “maricones”, “catalanes” y demás no eran españoles “normales”, y que el PP gobernaría para los “normales”. Atenuado el Apocalipsis mediático de ETA a base de detenciones que desmienten la campaña de confusión de la derecha, la gente mira su horizonte inmediato. Los “no normales” también son españoles, y tienen miedo de que el PP rompa la España en la que, por fin, han visto reconocidos sus derechos.
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