El miedo del PP al voto
El temor de Elorriaga a la democracia le viene de familia: su papá fue un duro gobernador civil durante el franquismo. Un Gobernador civil de esos que querían dejarte en casa por la fuerza, sí o sí, aunque su dominio de las calles no se viese amenazado por las peligrosas urnas ni la pérfida libertad. Elorriaga es la metáfora del PP: el antiguo opresor travestido de demócrata.
Es curioso. Durante este tiempo el PP se ha esforzado en propagar el miedo a todo: el miedo a los inmigrantes y al fin de la familia, el miedo a la crisis y al futuro, el miedo a Gallardón. Pero nunca hablaron de lo que les daba miedo a ellos: el voto de la gente. Lo sabíamos, aunque no lo dijeran. Pero se les ha escapado.
Temer al voto es algo genético en esta gente. Pero es algo muy lógico. Los votos, los votos masivos, movilizados y alegres; los votos casuales, inciertos o dudosos; los votos escépticos, ingenuos, confiados o hasta tristes; los votos, todos los votos han definido siempre el límite a sus ansias de poder y control. Es lógico que desconfíen de ellos, que no los quieran. Los votos de la España democrática han sido la frontera a los dominios del lobo, parafraseando a Javier Marías.
Y como quien teme al voto, no puede generarlo, el PP de Elorriaga-hijo y de Rajoy han importado de Latinoamérica a unos expertos en abstención. Magos del desánimo, gurús de la desazón y del miedo. Mano dura, cabeza y corazón. El mensaje que subyace es: “dejadnos esto a nosotros, que somos los que entendemos el poder, porque somos el poder”.Y para dejar en casa al electorado de izquierdas, tiñen el horizonte de catástrofes negras: inmigración, terrorismo y crisis.
El populismo del miedo, al fin y al cabo, la exaltación de las bajas pasiones no sirve para ganar votos, sino para causar bajas en el electorado del rival. Pero en Rajoy ha sido, sobre todo, una demostración de falta de argumentos y propuestas, una evidencia de escasa altura política capaz de provocar engendros como la niña del futuro o la entrevista a Elorriaga en Financial Times. En Rajoy, el populismo vacío ha sido trampa endeble que ha terminado viéndose.
Ahora, los votantes dormidos tienen una razón más para participar el 9 de marzo. Han desafiado su poder. Les han dicho que confían en engañarles para que se queden en casa. Y no hay nada que impulse más a votar que el hijo de un gobernador civil invitándote a abstenerte. Porque algo sabemos los españoles: el tiempo de la abstención obligatoria del padre del invento ya pasó, caramba.
Artículo original en El Plural
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