Los neocon españoles
02/04/2007 El Plural
Existe una fingida tendencia en la derecha que pilota ideológicamente al PP a autodefinirse como los “neocon españoles”, importando directamente la fórmula basada en los “think tanks” yanquis, satélites del Partido Republicano. En una palabra, en intentar convencernos de que son unos gurús que le dan al coco inspirándose en politólogos como Carl Schmitt, Allan Bloom u otros más recientes como Robert Kagan. Ojalá, dentro de lo malo, tuviesen la altura de éstos.
Desde que Aznar montase los chiringuitos de la FAES y el GEES, el señor Jiménez diese la murga con su inclasificable engendro televisivo y digital de militancia liberal-católica, y Telemadrid asumiese la portavocía populista del asunto, nos han vendido hábilmente una mona vestida de seda. A saber, que todos ellos componen un nutrido grupo de intelectuales, sesudos y sin pelos en la lengua, cuya misión es abrirnos los ojos frente a los peligros del siglo XXI: Zapatero y la descomposición de España, la falsa amenaza del cambio climático, la inminente guerra contra los musulmanes, etc. Todo lo que huele a izquierda es blanco de un ataque indiscriminado y apocalíptico, a medio camino entre la retórica chabacana y la impostura intelectual, y con altas dosis de épica barata.
A poco que una persona con cierto sentido común –no digo con una altísima formación universitaria- analice las producciones de FAES, de GEES, o de cualquier portal de esta flota de voceros del fin del mundo, se da cuenta del camelo. El catálogo, la verdad, acojona: desde teorías de la conspiración hasta informes sobre la maldad del matrimonio homosexual, pasando por revisiones absolutorias del franquismo (¿quién está mirando en España hacia atrás?) y activismo beato Rouco’s style.
No digo yo que entre estos intelectuales llamados a filas no haya cabezas pensantes, pero lo cierto es que, si las hay, han puesto el cerebro al servicio del poder que les paga. Han alquilado sus neuronas a tiempo completo. Porque al cabo, un Think Tank no es más que una entidad que financia, e incluso compra -y eso explica el fenómeno de los tránsfugas de la izquierda- a tipos para manufacturar argumentarios donde lo que más importa es la destrucción del adversario, y lo que menos, la verdad del asunto. Y para colocar los argumentarios en la calle, se han provisto de “asociaciones cívicas” como el Foro de la Familia, el de Ermua o la AVT. Todas bien pagadas, claro. Y ya tenemos el organigrama completo: desde la teoría hasta la praxis –el agit prop-.
Son altavoces pagados. Matones del pensamiento que van meando en todas las esquinas del barrio. Graffiteros con gomina. Tienen una misión: hacer que la pared, que es blanca, se vea sucia. Al loro con estos tipos.
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