lunes, mayo 26, 2008

¿Dos almas en el PP?

No me lo creo. Discrepo de la teoría de que en la guerra civil del PP hay buenos y malos, duros y blandos, conservadores y liberales. Lo que hay es una lucha por el poder. Sin paliativos. Sin maniqueísmos fantasmagóricos e inexistentes. Sin más adjetivos que los de descarnada, incruenta, brutal, despiadada y extrema, en consonancia con el hacer de la derecha político-mediática en los últimos años.

Porque, si existiesen esas dos almas en la derecha española, ¿dónde queda el hasta la fecha “moderado” Juan Costa, y ahora reclamado por los duros para una hipotética oposición a Rajoy? ¿Por qué Rato, supuestamente liberal, se ve con Aguirre o Acebes y se niega a hablar con Rajoy? ¿Por qué Francisco Camps, principal aval de Rajoy en este lío gatopardesco, abandona su presumida moderación para impedir de manera alevosa que los niños valencianos reciban “Educación para la ciudadanía” con normalidad?

Sencillamente, están peleándose por el control dentro del partido, y a unos y a otros les interesa camuflar la crudeza de su pugna bajo un manto falsamente ideológico. Porque lo que se ha puesto de relieve, con la falta de liderazgo dentro de la derecha, es que ésta carecía de proyecto político y de unidad. Ahora sabemos que su verdadero temor ante un resultado adverso no era la ruptura de España, sino la suya propia. Ahora hemos descubierto que la verdadera naturaleza del PP es un galimatías de liberales, conservadores, nostálgicos del franquismo, regionalistas, antinacionalistas, excarlistas, demócrata-cristianos, nacional-católicos y yo no sé cuántas tribus más que Aznar mantuvo unidas de la misma manera que Tito evitó, mientras estuvo al frente del país, que Yugoslavia se desintegrase. Es decir, todo, menos una organización con dos almas o dos tendencias claras y opuestas ideológicamente entre sí.

¿Por qué, sin embargo, está haciendo suerte esta interpretación? Porque se trata de una teoría doblemente auspiciada, en su enfrentamiento táctico, por los principales bloques mediático afines a PP y PSOE. A ambos sectores de la prensa les interesa definirse en uno u otro lado del PP, y a un y otro lado del PP les interesa ser definidos por el respectivo apoyo mediático. Es una coartada justificativa mutua. Pero creo que, quien desde la izquierda, piensa que favorece al PSOE apoyando a Rajoy o Gallardón, se equivoca, y mucho. Porque Gallardón, el mirlo blanco de Rajoy, no es sino un esteta de la derecha, un conservador compasivo capaz de ocultar bajo un hábil discurso post-ideológico y tramposamente neutro una afán privatizador comparable con el de Aguirre.

Por eso, yo he decidido no creerme que en el PP haya duros y moderados. Lo que hay es una lucha por el poder, una clamorosa ausencia de proyecto ideológico, y una insoportable forma de hacer política basada en el placaje cainita, la falta de lealtad, el descaro, el exceso verbal, la tergiversación y el amarillismo informativo. Es decir, lo mismo que hemos sufrido los progresistas durante largos años. Eso es lo único que espero que salga derrotado de la batalla que la derecha tiene abierta consigo misma: sus maneras políticas.

Artículo original en El Plural

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