lunes, junio 09, 2008

¿Por qué sigue?

Hay algo conmovedor en la obstinada persistencia de Rajoy: por primera vez ejerce de presidente del PP en vez de candidato a presidente del Gobierno. Es decir, ahora toca el partido. Y toca porque la tarea, eternamente pospuesta, de pasar la página del aznarismo no puede esperar más.

Quien perdió en 2004 no fue el señor Rajoy: fue la foto de las Azores, galvanizada por un sinfín de mentiras retóricas que desembocaron en la enorme mentira de Estado del 11-M.

Y quien perdió el 9 de marzo de 2008 tampoco fue Rajoy, sino los demasiado evidentes reductos de alquitrán que aún quedaba de aquella marea negra del PP: teoría de la conspiración, radiofonistas incendiarios, extremismo político personalizado en el inefable dúo Acebes-Zaplana.

En 2004 perdió una foto. En 2008, perdió la insuperable melancolía de esa foto. Perdieron los recuerdos amargos almacenados en el subconsciente de la derecha, y de todos los españoles. Un runrún soterrado, pero audible, cuya presencia hacía imposible que los sectores más moderados de la sociedad española diesen su apoyo al PP.

Y Rajoy lo sabe. Tal vez, Rajoy hubiese perdido igual si hubiese pasado página del aznarismo. Pero habría ahorrado al PP 8 años de desgobierno, de estatismo: de la sombra de Aznar.

Por eso, está por primera vez gobernando el PP, luchando contra “los demonios” del partido. Y, aunque no le sirva para volver a ser candidato, creo que hace bien, y que debemos aplaudirle ahora, justo ahora.

Nunca he votado al PP y no creo que nunca lo haga, pero cuando un poder no democrático trata de usurpar la autonomía de un partido político, aunque no sea el mío, me siento amenazado como demócrata y como ciudadano.

Seamos justos: cuando Aznar puso el dedo sobre Rajoy, también puso el dedo sobre Acebes, Zaplana, y todos los residuos de su mandato. Le dejó el palacio, sí, pero no le libró de las hipotecas.

Salve la autonomía del PP, señor Rajoy. Y luego podrá marcharse tranquilo.

Artículo original en El Plural

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