Nacionalismo en red
Antonio Asencio
En www.diariodirecto.com 24/09/2004
Este domingo se celebra en el País Vasco el Alderdi Eguna, o día del PNV. Se trata de una celebración multitudinaria de exaltación nacionalista donde no faltarán símbolos de todo tipo: banderas y pancartas, discursos e himnos. En un mundo -o al menos en una Europa- con las fronteras desvanecidas, con la economía globalizada, y con unos referentes informativos comunes y caóticos (la aldea global) el ser colectivo se enfrenta en soledad al desarraigo de lo físico y a la mezcla de referentes culturales (es decir, a su propia atomización, al abandono de la aldea propia), por lo que se sumerge y refugia (¿podríamos decir, emigra?) en un universo-cueva de símbolos. El ser humano, nos diría Ernst Cassirer,“ya no vive en un mundo físico, sino en un universo simbólico”. Con la llegada del hiperespacio, esta afirmación termina de redondearse. No emigramos en busca de alimento, o trabajo: "navegamos" en nuestro nuevo mundo buscando símbolos.
El Alderdi Eguna será la escenografía teatral de una “feria icónica” cuyo motivo es la idealidad metahistórica de una nación, la vasca. Su función es la confirmación empírica -la puesta en escena- de la red icónica que el nacionalismo teje, la evidencia física de esa idealidad sobre la que se sustenta la comunidad. Además, la red ya es meta-red: no se trata de un nacionalismo vasco en red aislado de otras redes, sino que se integra de forma anular en otros campos semióticos nacionalistas más amplios. El etnocentrismo inmutable producto de la tierra y los siglos es maleable e intercambiable, se concatena, se parcela y se distribuye en pixels y bits. Y es que al Alderdi Eguna irán representantes nacionalistas de Cataluña, Galicia, Andalucía y Baleares, además de delegaciones de partidos regionalistas europeos. En la sociedad de Internet, el nacionalismo, o cualquier otro leitmovit comunitarista, genera una red de intereses temáticos, un flujo de símbolos y una “comunidad virtual”. Por ello, los campos icónicos nacionalistas han crecido, se han ramificado y multiplicado en anillos de información colgados en el ciberespacio. Más que nunca, los países son sus iconos, sus universos simbólicos.
El Alderdi Eguna representa para el sujeto simbólico –hoy día, todos los somos- nacionalista lo mismo que una “kedada” para una tribu urbana: reunión espontánea de la comunidad virtual cuyo constructo identitario se pergeña colectivamente en diferenciación de otros anillos simbólicos frente a los que se definen por oposición estructural. El concepto de nacionalidad es, más que nunca, la pertenencia a una comunidad virtual exclusiva, una tribu cibernética que comparte una información; un club reticular que ya no posee ateneos ni panfletos, pero que está provisto de claves de acceso, banderas en formato jpg e himnos que se descargan de Internet.
Como una “tecnología del nosotros” -en vez de una “tecnología del yo” foucaultiana, es decir, los artificios con los que el individuo construye su identidad, las máscaras que elige ponerse para definirse en sociedad- se elevan nuevas fronteras informativas: tribus urbanas, nacionalidades históricas, comunidades religiosas, cienciología… Bienvenidos a la sociedad en red, a las comunidades virtuales.
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