lunes, marzo 07, 2005

País Vasco: demasiado tarde...


¿Sólo les molesta una guerra?

Publicado en diarioDirecto el 05/03/2005:

Estamos agotando todas nuestras reservas: manifiestos firmados por los más “progres”, aquellos que lucharon contra el franquismo, para que nadie sospeche; un presidente en la vanguardia del talante y la tolerancia; un exquisito “no” al 'Plan Ibarretxe' en el Congreso, cuando todo el mundo se despluma sin piedad en el hemiciclo, sesión a sesión… ¿Servirá de algo? Mucho me temo que no. Por fin, mucha gente se ha dado cuenta de que defender la Constitución, y por ende la satanizada “unidad de España”, no tiene por qué ser “franquista”. Pero tal vez sea tarde. Tarde para que vuelvan al País Vasco los 200.000 exiliados; tarde para que los nacionalistas, con ETA por la izquierda y la Iglesia por la derecha, den marcha atrás a su Plan soberanista que establece nacionalidades, identidades, censos propios; tarde para cambiar un sistema educativo perfeccionado y eficaz, que con la tenacidad de unos altos hornos, manufactura generaciones nacionalistas, llenas de ignorancia, de falacias históricas y de odio. Tarde para devolver la palabra a quienes ya no pueden hablar y no por miedo, sino porque un balazo los calló para siempre.

Me temo que en este país (sí, voy a decir país cuando me refiero a España) sufre la ceguera de sus complejos, las inhibiciones de sus miedos, los temores de su historia. Larra ya entrevió, en su día, cómo el “carlismo” avanzaba por esa esquina de España ante la tibieza de muchos. De la frustración tras la sufrida derrota carlista surgió el PNV. No lo digo yo, lo dice él, el salvador de la patria, ese Moisés de Euskal Herria, llamado Ibarretxe. “El conflicto dura 200 años”, señaló en Madrid, como diciendo: por si se os había olvidado, aquí bajo yo del caserío para recordároslo, dos siglos después… ojo españoles, que allí seguimos en las mismas… Hace 200 años, que yo sepa, el único conflicto era el de los carlistas, un movimiento ultrarreaccionario, basado en los privilegios forales, en el Antiguo Régimen antiliberal, y en las leyes antiguas (por cierto, ¿sabían que el lema del PNV es “Dios y leyes antiguas”?). Así seguimos. Los nacionalistas han sabido pulsar adecuadamente nuestros complejos históricos heredados del franquismo, nuestra historia de dolor, para construir sobre ella su falacia totalitaria. Ellos, los que se autodefinen como “nacionalistas”, en un ejercicio de cinismo permitido, han inventado un “nacionalismo español” al que temer, con el que impedir nuestra unidad, que no es, ni debería ser, sino unidad en torno a la Constitución. Entonces, para no quedarse atrás, se inventaron, desde el PNV, desde el Deia (su BOE), desde el Gara, desde el Berria, o desde sus amiguitos de ERC, aquello de “nacionalismo constitucional”. El problema es que ha habido muchos, muchos en este país, que han mirado para otro lado, que no han sabido ver, o que han caído en su trampa. Y tal vez, repito, sea tarde para que este laberinto tenga una solución.

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