lunes, noviembre 03, 2008

La Reina habla

El error de la Reina no ha sido tanto expresar opiniones que la sitúan en el espectro más conservador de nuestra sociedad, como el mero hecho de expresarlas. En su caso, como en el caso de cualquier familiar real en una monarquía parlamentaria, la institución es la persona. Y la institución, en este caso, se define por su neutralidad política: se reina para todos, no para unos pocos. Por tanto, si la Reina se hubiera expresado en otros términos, si hubiera manifestado posiciones próximas a la izquierda, su error habría sido el mismo: hablar, tomar partido, extralimitándose de las funciones que le atribuye la Constitución. Por tanto, primer error.

El segundo, a mi juicio, ha sido ponerse en manos de una periodista nada imparcial ni neutral como es Pilar Urbano, miembro del Opus Dei, eso sí, lo suficientemente astuta como para conducir a la Reina por caminos peligrosos y hacerla meterse en charcos que sólo alimentan la polémica, aunque dañan considerablemente a la institución.

El tercero, es que, además de hablar, aparte de opinar, la Reina ha defendido sus posturas con unos argumentos sencillamente inaceptables en una sociedad moderna y democrática que se gobierna a sí misma. Para criticar el matrimonio gay, por ejemplo, ha dicho que las “leyes civiles” no pueden estar por encima de “las leyes naturales”. Y sorprende que, quien eso dice, es Reina en virtud precisamente de una ley civil, y no natural. A no ser que ella piense lo contrario, en cuyo caso deberíamos regalarle una Constitución Española y los capítulos en vídeo de la transición de Victoria Prego. Los homosexuales, les recuerdo, pagan sus impuestos como el resto de ciudadanos –en eso siempre han sido iguales-, y contribuyen al mantenimiento de la Corona.

En su defensa de la enseñanza religiosa, Doña Sofía argumenta que los niños deben recibir una explicación del origen del mundo, lo cual implica que el origen o la explicación científica de nuestra evolución que se enseña en las escuelas no es válida. Tampoco conocíamos la deriva creacionista de Doña Sofía.

Y para rematar, Doña Sofía alude a la violencia machista señalando que “ha ocurrido siempre”, y que la preocupación social por este tema tiene un efecto negativo ya que “se produce un contagio, se dan ideas que otros imitan”.

Estos tres errores, la decisión de hablar, la de hacerlo a una periodista parcial muy identificada con el sector más conservador de la sociedad española, y hacerlo ofreciendo opiniones y argumentos ampliamente discutidos y rechazados, han hecho un daño considerable a la Corona, y ha dado argumentos a los republicanos. Si la Reina habla, si toma partido, se cae definitivamente la barrera de silencio que la protegía de las críticas que, hasta este momento, habían sido minoritarias.

Artículo original en El Plural

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