martes, noviembre 11, 2008

Silencio en el PP

Lo que caracteriza al PP actual no es la moderación en sus posiciones, sino la ausencia de éstas. Estamos ante uno de los momentos políticos más críticos de los últimos 20 años, con una crisis mundial de vértigo, con el primer afroamericano elegido presidente de los EE.UU., con España en el G-20 y doña Sofía hablando, y el PP no dice ni “mú”, más allá de los formalismos al uso.

Este perfil bajo, esta apatía verbal con la que parecen levantarse los populares todos los días, contrasta poderosamente con la beligerancia de la legislatura pasada, marcada por el estruendo simbólico y el exceso semántico. En cambio, ahora el silencio reina en las huestes de Rajoy, y eso es, sin duda, sospechoso de que algo está pasando detrás de los biombos, que es donde se escribe el guión de la obra.

Creo que este silencio hay que leerlo en clave interna. No hay apaciguamiento ni olvido de la ideología neocon. No confundamos la moderación con el centro. Este es un silencio que oculta una tensa espera. En el PP, la gente aguarda un los preámbulos del cataclismo, una leve señal de derrota, para lanzarse a la carrera por el control del partido. Por eso, nadie quiere enseñar sus cartas o, dicho en la jerga política, “quemarse”. Se guarda la munición, no se dan pistas al contrario, se preservan las fuerzas.

No hay confianza en la victoria, por ello, nadie habla ni opina. En política, opinar es asumir un riesgo, pero es también una inversión a medio o largo plazo, rentable si la opción elegida es la ganadora. Y nadie parece querer invertir en el proyecto de un Rajoy que cada día cotiza a la baja con valoraciones pésimas y patinazos como el del desfile de las fuerzas armadas.

Esto no es sólo perceptible en Esperanza o Gallardón, como cabezas visibles de las fuerzas telúricas que colisionan en las entrañas de la derecha española: los cargos intermedios, los líderes autonómicos, los delfines y hasta las ballenas cierran bien el pico y abren bien las orejas para ver por dónde va a ir el vendaval. La tensión sólo se verbaliza en la prensa conservadora, dividida en los dos bloques que el propio partido no puede ya ocultar.

A estas alturas, y visto lo visto en Navarra, es obvio que el Congreso de Valencia se cerró en falso. Rajoy se sucedió a sí mismo en una extraña pirueta de resistencia política, y muchos se preguntaron si no actuaba como caballo de Troya de un tapado cuya identidad se nos revelaría a mitad de travesía. En cualquier caso, ya todo el mundo sabe que habrá odisea en el PP.

Artículo original en El Plural

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