Bajo los adoquines…
Anda la señora Aguirre, y sus cachorros jóvenes, celebrando actos contra el mayo del 68. Como sigan así, terminarán levantando barricadas contra aquel movimiento, y pintando contraeslóganes en las pareces: “Obligatorio prohibir”, “debajo de los adoquines, más suelo para especular”, “seamos realistas, pidamos el despido libre”, se me ocurre –podríamos hacer un concurso de pintadas neocon, aquí dejo la propuesta.
Luego, acusarán a los demás de perder el tiempo mirando al pasado. Supongo que forma parte de la guerra ideológica del ala dura del PP, el tener el careto de hormigón armado, para arrogarse el derecho exclusivo a revisar la historia, mientras se acusa a los demás de querer hacerlo. Una ofensiva ideológica, por cierto, hecha con trabucos y tirachinas, y no sabemos si contra el PSOE o contra parte de su Propio Partido (PP).
Dicho esto, sorprende que una mujer de la talla intelectual de Esperanza Aguirre no comprenda que el mayo del 68 fuese precisamente un movimiento más liberal que libertario, más burgués que comunista. Deberíamos hacer un esfuerzo pedagógico (basado, como reclama ella, en la autoridad y la disciplina) para que lo entendiera, porque de seguir así, terminará arruinando sus propias raíces liberales.
En primer lugar, le recordaría que el mayo del 68 no fue un movimiento de la izquierda contra la derecha, como ella mal presupone. Sino de la sociedad civil frente a una concepción autoritaria del poder. Prueba de ello es que sucedió en París, en Berkeley, en México, frente a Estados conservadores y apolillados; y también en Praga, contra la dictadura comunista (llámese Primavera de Praga).
Le recordaría, por lo que a ella le atañe, que en el 68, empezó la lucha de las mujeres contra la cultura patriarcal, y gracias a ello, hoy ocupan puestos de responsabilidad política, como la propia Presidenta.
Que en el 68 los negros dijeron “no” a la discriminación (ver discurso de Martin Luther King, frente al Capitolio) y hoy, en EE.UU. un afroamericano es presidente.
Que los homosexuales gritaron “basta” a una sociedad que los construía como sujetos enfermos y desviados, y reclamaron un estatus de ciudadanía, que hoy disfrutan en muchos países.
Que la sociedad civil reivindicó su derecho a organizarse autónomamente, sin la tutela del Estado o la Iglesia, y hoy proliferan asociaciones de todo tipo, que enriquecen nuestro espacio público (muchas de ellas, de derechas).
Bajo los adoquines, tal vez, no había arena de playa (estará debajo de las nuevas urbanizaciones de la costa del Levante). Pero sí había más liberad, más respeto a las minorías, y la conciencia, ya sin vuelta atrás, de que la sociedad sólo sería un proyecto viable, si incluía a todos sus miembros. Hoy, la derecha papista de Aguirre, vacía de ideas, y llena de resentimiento, rema en sentido contrario.
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