Por un lado, la inmigración no es un problema del o para el gobierno de la nación. Es un problema de la globalización que, políticamente, atañe en todo caso a la Unión Europea. Ése es el espacio económico, social y político al que pretenden acceder estas personas, y no a España.
En segundo lugar, el efecto llamada, machaconamente repetido por esta derecha católica y xenófoba, racista en toda regla, no existe más allá del escandaloso diferencial de renta y condiciones de vida. Además, si a donde accede un inmigrante es a Europa, no tiene sentido hacer recaer sobre una política nacional un determinado efecto llamada.
El PP abona el discurso de un gobierno débil (por solidario y tolerante, que es la idea que tienen ellos de la debilidad) frente a la inmigración y luego aguarda a que lleguen los inmigrantes a las costas para exclamar tu: "¡Oh, ya lo decíamos nosotros!". Es como decir que no se están tomando medidas preventivas para evitar el calor y cuando, inexorablemente llega el verano con sus 40 grados, se le echa la culpa a quien dejó de tratar de evitarlo. Convertir lo inevitable, lo estructural, en un defecto humano. En cualquier caso, en el sueldo de un ministro o presidente socialista también está el contar con las marrullerías indigestas de la derecha española.
Un aspecto que no me gustaría olvidar es el papel de la Iglesia católica en todo este asunto: sencillamente, no tienen papel. Dejan que su brazo político (el PP) diga lo que ellos piensan pero no pueden decir por no contradecir los Evangelios. Quienes se manifestaron por la destrucción de la familia, callan frente a la muerte trágica de hombres, mujeres y niños en nuestras playas, en el mar. Ahí se produce la destrucción de miles de familias, separados, segregados por la distancia o sencillamente por la muerte. Claro que son negros y les importa un pito. Está claro que su gestión no es la de la solidaridad entre todos los hijos de Dios, sino la biopolítica de la moral sexual privada. Nunca es tarde para descubrirlo.
La responsabilidad de lo que está sucediendo es de la UE. Pero no de la UE en la que creímos, aquel proyecto político que tumbaría las fronteras y los nacionalismos, que iría más allá del euro y la libre circulación de persona para llegar a la libre circulación de ciudadanos, de europeos. Sino en la UE de Aznar y Blair, en la UE que funciona como un Centro Comercial con banderas nacionales y con el tratado de Niza. La Unión Europea sin Europa, y pienso que es responsable por varios motivos:
1.- Por haberse planteado un crecimiento aislado y no transfronterizo, sin ser consciente de que un enriquecimiento propio que no implique un enriquecimiento de la zona geopolítica en la que se inserta la UE (el mediterráneo) es un estrategia insostenible en un mundo globalizado.
2.- Por no haber acompañado la unión económica con la política. Por haber considerado que la fórmula mágica era constituirnos en mercado, sin más, sin instrumentos ejecutivos que afronten los numerosos problemas que genera el mercado.
3.- Por haber realizado una política atlantista, proamericana, olvidando el mediterráneo, sin establecer debidas alianzas comerciales con África. Hemos querido que Europa fuese un buen exportador o suministrador a los países ricos, pero nos hemos olvidado de ser compradores responsables, importadores a estos países. Hemos utilizado la globalización para excluirlos del juego económico. Las subvenciones a la PAC son una buena muestra de ello.
4.- Por no tener una política de seguridad común convenientemente desarrollada, con una policía comunitaria para el control de las fronteras. Es mejor, para estos patrioteros de derechas, tener el recurso debajo de la manga de sacar buques de guerra con tu bandera. El músculo que lleve nuestro tatuaje, que la inteligencia no se puede exhibir.
Por último, creo que nunca deberíamos perder de vista una cuestión: los inmigrantes no son legales o ilegales, verdaderos o falsos, buenos o malos, como si fuesen billetes. Lo que es ilegal es la forma de entrar a un país. Imagínese que existiesen turistas ilegales. O turismo ilegal (dicho sea de paso que mucho del turismo vandálico, esquilmador de los recursos naturales y públicos que viene a la Costa del Sol debería ser considerado como tal). Las personas no son legales o ilegales. Lo que es legal o ilegal es el proceso mediante el cual llegan a Europa. Es como el que se cuela en un concierto sin haber comprado la entrada. A fin de cuentas, lo que le importa a quien salta la valla es poder ver el concierto con el que sueña.