miércoles, marzo 28, 2007

Tengo "80 céntimos" para usted

El programa de TVE1 "Tengo una pregunta para usted", que reunió a 100 ciudadanos para que le preguntasen al presidente lo que estimasen oportuno, fue un éxito clamoroso de audiencia. El formato era bueno, con un presentador bastante ecuánime (Lorenzo Milá estuvo espléndido en su papel de mero intermediador entre los ciudadanos y Zapatero), un público representativo de la sociedad española y sobre todo, las preguntas sin preparar.

Preguntas que te pueden llevar a dar algún titular desafortunado como el de que un café cuesta 80 céntimos, aprovechado hoy por la prensa como símbolo de la lejanía entre políticos y la España real de la calle. 80 céntimos es justo lo que valía, más o menos, un café hace 3 años, cuando Zapatero llegó a la Moncloa. Y cobra fuerza, como un fantasma pegadizo e inevitable, la sospecha de que cierto síndrome ha terminado por afectar al presidente: ese que afirma, como si de un teorema se tratase, que es entrar en el palacio presidencial y perder el contacto con la realidad.

Pero más allá de la anécdota, sí puedo hacer alguna consideración general:

1.- A Zapatero se le da bien el formato del mitin y el del debate parlamentario. Y tiene dificultades con las entrevistas. A Rajoy le ocurre al revés.

2.- Los periodistas no informan de las cosas que preocupan a los ciudadanos, como ayer se demostró.

3.- Zapatero respondió a todas las cuestiones vendiendo gestión (leyes, medidas...etc), de lo que se deduce que la gente desconoce parte de lo que está haciendo el gobierno, de lo que se puede interpretar dos cosas alternativas pero no excluyentes: o bien el Gobierno no está comunicando bien lo que hace, o bien el PP está imponiendo la agenda mediática, o bien una suma de las dos cosas.

4.- Zapatero respondió a todo lo que le preguntaron, pero utilizó un lenguaje excesivamente político, abstracto y alejado del idioma de la calle. Ciudadanos y presidente hablaban de lo mismo, pero en idiomas muy distantes.

5.- El presidente perdió la oportunidad de desmontar la visión tradicional de la política entre los españoles, según la cual la política es una caja negra, opaca, por cuyo extremo izquierdo entra un problema y por cuyo margen derecho ha de salir una solución, sin que sepamos cómo ni por qué. Creo que Zapatero habría hecho bien en compartir las dificultades reales de la política, por ejemplo, de vivienda, en vez de decir que, simplemente, se solucionará con esta o aquella Ley.

La realidad es que el problema de la vivienda es extraordinariamente difícil de resolver y la ciudadanía no debería ser ajena a esa dificultad. La política no es un artefacto mágico y desconocido capaz de resolverlo todo. El presidente habría ganado mucho si, con sinceridad, hubiese hecho partícipe a todo el mundo de esa complejidad y dificultad para resolver ciertos temas, en vez de apelar constantemente a la gestión realizada y al optimismo y la confianza en él y en el futuro.

Por lo demás, es mucho más difícil -y por tanto valiente- someterte a las preguntas de 100 (se quedaron en cuarenta y tantos) ciudadanos que a las entrevistas babosas de un Urdaci, por ejemplo, a un Aznar.

PD: Espero que alguna cafetería oferten los "zapateros", es decir, cafés a 80 céntimos. Sería un audaz y oportunista recurso comercial.

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sábado, marzo 17, 2007

Hubo un tiempo...

HUBO UN TIEMPO...

Hubo un tiempo en el que el amor era un
intruso temido y anhelado.
Un roce furtivo, premeditado, reelaborado durante
insoportables desvelos.
Una confesión perturbada y audaz, corregida mil
veces, que jamás llegaría a su destino.
Una incesante y tiránica inquietud.
Un galopar repentino del corazón ingobernable.
Un continuo batallar contra la despiadada infalibilidad
de los espejos.
Una íntima dificultad para distinguir la congoja del
júbilo.
Era un tiempo adolescente e impreciso, el tiempo del
amor sin nombre, hasta casi sin rostro, que merodeaba,
como un beso prometido, por el punto más umbrío de la
escalera.

Ana Rossetti

El poema y la foto son otro poema, otro momento. El poema es de Ana Rossetti, la foto ("Carlos y Willy en la puerta de la Bobbia"), de Alberto García-Alix. Ambos captan dos instantes evanescentes, furtivos, fugitivos, como robados al tiempo y a la ciudad. La mirada de Carlos, o de Willy, me ha cautivado desde que la vi. Parece romper con una delicadeza difícil de expresar la distancia que existe entre el espectador y la fotografía.

Es la atmósfera confusa del entorno, borrosa, la que acentúa la nitidez, la timidez, de esos ojos que parecen acorralados en su rincón del tiempo. La movida madrileña, su verdadero sentido, si es que lo tuvo, queda resumida en ese anhelo transparente, como mineralizado, que rezuman todos sus símbolos. Es como si cada cosa que se hizo, cada noche vivida, cada canción cantada, hubiesen sido un enseguida un himno, la elegía que de un instante de felicidad que siempre se estaba perdiendo. Si duda, hubo un tiempo eternamente adolescente.

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martes, marzo 13, 2007

Oposición al Estado

Señalaba Hannah Arendt que la esfera pública “es incapaz de albergar” las sensaciones más privadas, y por tanto, menos comunicables que existen –más subjetivas-, y ponía al dolor como ejemplo. El dolor es algo “inapropiado” en la esfera pública porque nos priva de la perspectiva que nos permite ver la realidad de lo público. Entre el dolor –íntimo, subjetivo, inconfesable- y cualquier otra consideración, el dolor eclipsa, el dolor borra lo demás, anula conceptos, impide el análisis.

Pero la derecha ha permanecido fiel a su tradición, y ha optado por utilizar esta arma de manipulación masiva, esta bomba racimo para el pensamiento. Rajoy y sus secuaces han hurgado en las entrañas de la sociedad, buscando desesperadamente las heridas de una España golpeada por el terrorismo para hacer sangrar al Gobierno. Con ello, han roto definitivamente la norma básica de nuestra democracia y uno de los puntos sagrados del Pacto Antiterrorista: hay asuntos de Estado –como el terrorismo- con los que no se hace oposición.

Una vez más, la derecha, cuando no está en el poder, confunde Gobierno con Estado. Se da esta confusión cuando intervienen en el Tribunal Constitucional para derribar un Estatuto de Autonomía; cuando se manifiestan contra las decisiones del Tribunal Supremo; cuando instigan conspiraciones falsas con el único fin de justificar las mentiras de Estado de cierto ex ministro del Interior; cuando tratan de convertir a De Juana Chaos en el signo político hegemónico de la legislatura.

En su análisis, piensan que es el Gobierno socialista el que sangra. Pero es España, su Estado, su democracia, su sociedad, la que tiene las costuras abiertas y en carne viva. Los expertos en marketing político de Génova han decidido que era inútil criticar la situación económica, las leyes de amplio calado social, siquiera la política exterior, y han decidido manufacturar el dolor, envolverlo en el celofán iridiscente de la bandera española y servirlo frío en la Plaza de Colón con un festín de banderas y proclamas.

No es sólo una confusión táctica. Es, además, estratégica. Casi ontológica. Es la imposibilidad intelectual, histórica y ética que tiene la derecha española de comprender que el Estado no tiene propietarios morales ni dueños históricos. Que la democracia, lejos ya de caciques decimonónicos y generales cortijeros, pertenece a las leyes, a los ciudadanos, a las instituciones.

Pero esta confusión responde a otra clave política: Rajoy y su equipo se juegan todo su poder dentro del PP de cara a las próximas generales. Y el gallego sabe dos cosas: primero, que a falta de discurso y de proyecto alternativo, sólo puede rascar votos azuzando las vísceras de la política antiterrorista; y segundo, que sólo cuenta con el apoyo incondicional de la derecha más extrema, siempre y cuando se mantenga en la cultura de la crispación absoluta propalada por las ondas radiofónicas. Y Marianico, ni corto, ni perezoso, ha decidido lanzarse en plancha, dar carnaza, y animar el fuego de una llama hambrienta y avivada con el gas venenoso del dolor. Y mientras, que salten las costuras del Estado.

En El plural. Ir a artículo original

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jueves, marzo 08, 2007

Felicidades, igualdad

Felicidades, igualdad. Extraño concepto: llevamos a la mujer al trabajo, pero no el hombre a la casa. Al final, si lo masculino es un polo y lo femenino otro, parece que igualamos llevando a las mujeres a la marca de los hombres. En los discursos que he oído estos días, se siguen repitiendo los mismos motivos: dignificar el trabajo de la mujer rural, el trabajo invisible, la no discriminación en el lenguaje, favorecer la maternidad, la paridad. Creo que ahora, de la paridad, habría que pasar a la pluralidad. Del par, al impar infinito de las muchas, de los muchos: todos mezclados. Todos, todas, por fin, iguales.

Nuestro reto político debería ser transversalizar la igualdad, extender la crítica del sometimiento, del poder. Tal vez, de la discriminación hombre-mujer, habría que pasar a la hombre-hombre, mujer-hombre, mujer-mujer, incluyendo no sólo el sexo, sino la sexualidad, no sólo el género, sino los neutros.

No voy a hablar en este post del PP, de los 306 etarras que excarcelaron o acercaron, incluido Iñaki Bilbao, con delitos de sangre, que excarceló Mayor Oreja y que luego asesinó a un político socialista. No merecen más ángulos de mi rabia, pertenecemos a otra galaxia, eso es todo.

Ha muerto Jean Baudrillard. Su vida fue incluso mejor que lo real: fue el crimen perfecto. El signo, para Baudrillard, sustituye a la realidad representada, la desplaza, ocupa su lugar. Así son nuestras vidas: mantos de palabras e imágenes que cubren el vacío. "La nada es perfecta, porque no se parece a nada", dijo Baudri.

Descanse en paz.

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domingo, marzo 04, 2007

Decá-logo para marcianos

Según El País, el 13 de abril de 2029 un meteorito de unos 300 metros de longitud, que responde al nombre de Apofis, pasará tan cerca de la Tierra que rozará la órbita donde se alinean los grandes satélites de comunicaciones, a 36.000 kilómetros de altura.

La colisión es posible. El fin del mundo podría llegar el 13 de abril de 2029.

Si no sucediera, o lo evitásemos disparando misiles contra el pedrusco, el panorama no será mucho mejor: sequía, subida de las temperaturas, los polos se derritan, sube el nivel del mar, Marbella y el mundo maláyico de la Costa del Sol (entre otros hermosos litorales) es engullido por las aguas que se vengarían, cual dioses griegos, del maltrato secular del ladrillo y la recalificación. El mar y la naturaleza impugnarán los PGOU’s con una bofetada de agua marina, sal y boquerones felices.

Claro que también habría pérdidas irreparables: Venecia, ciudad de madera y terciopelo, se convertiría en un arrecife marino cargado de historia y haría realidad ese “mar de los teatros” de Pere Gimferre. Moriría Venecia, ciudad en la que tantos quisieron morir.

Por uno u otro motivo, parece que nos queda poco tiempo. Y se impone hacer la maleta. Y marcharse.

En una novela de Arthur Clarke, “Los cánticos de la lejana tierra”, los seres humanos empezaban a marcharse de la tierra en busca de mundos lejanos ante la inminente explosión del Sistema Solar.

Por eso, voy a hacer una lista de diez libros que salvaré cuando llegue la fecha del Apocalipsis. Son diez libros que quiero llevar en ese Arca de Noe espacial que portará hacia otros planetas los pedazos y restos de un mundo que fue feliz y nos convertirá en marcianos de nuestros propios recuerdos.

1.- Ana Karenina, de Tolstoi (la mejor novela de la historia)
2.- Bella del Señor, de Albert Cohen
3.- Alicia en el país de las maravillas, de Lewis Carroll
4.- El proceso, de Kafka.
5.- 2001, una odisea espacial, de Arthur Clarke
6.- En el camino –On the road-, de Jack Kerouac
7.- El retrato de Dorian Gray, de Oscar Wilde
8.- El Aleph, de Jorge Luis Borges
9.- Sobre héroes y tumbas, de Ernesto Sábato
10.- El cielo protector, de Paul Bowles


Y ahora, pienso que no podía faltar mi contra-lista. Es decir, los diez libros que me alegraré que se consuman en la pira final:

1.- Guerra y paz, de Tolstoi (un tolstón)
2.- La Cartuja de Parma, de Stendahl (otro)
3.- El guardián entre el centeno, de Salinger (típico libro de adolescencia sin ningún tipo de interés, además de homófobo)
4.- Mañana en la batalla piensa en mí, de Javier Marías (mañana, mañana)
5.- La náusea, de Sastre (el título lo dice todo)
6.- Ensayo sobre la ceguera, de Sara-Mago (noche de los muertos vivientes reloaded)
7.- El señor de los anillos, de Tolkien… Heads (esto lo incluyo para fastidiar)
8.- Cualquiera de Antonio Gala (la única Gala que soporto es la que cantaba aquello de Come into my life)
9.- ¿Quién se ha llevado mi queso?, de no sé quién.
10.- Harry Potter (también lo incluyo para fastidiar un poco)

Entre los que podrían haber entrado en la primera lista, están todos los de Capote, los de Tom Wolfe, Patricia Highsmith, Faulkner, Scott Fitgerald, Dashiel Hammet y Chandler, Paul Auster, Philip Roth… Pero la nave es pequeña y sólo permiten diez libros por persona. Internet no cabe en la nave.

Estas palabras, por tanto, desaparecerán en el impacto con Apofis o quedarán bajo el agua.

¿Listos los motores?

3, 2 , 1...

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