jueves, enero 25, 2007

Aquella Amnistía musical

Corría el año 1990 y yo tenía 11. Pero recuerdo perfectamente aquel concierto maratoniano, entre la euforia y la emoción desbordada, en el desaparecido estadio de Wembley, en Londres. Multitud de artistas -Tracy Chapman, Lou Reed, Peter Gabriel, Simple Minds- celebraban la liberación de Nelson Mandela. El concierto lo retrasmitió, hora a hora, creo recordar que Radio 3.

Mi padre, aficionado tanto a todas esas bandas de rock británico como a las causas humanitarias, estuvo pegado durante un día entero al equipo de música Kenwood que teníamos entonces. Grabamos el concierto en una cinta que aún anda por casa, polvorienta, un resumen imperfecto (mi padre le daba al record o al pause siguiendo impulsos según sus gustos) de ese Día de Mandela.

Aunque mi padre siempre sintió una especial predilección por Peter Gabriel, yo siempre fui de Simple Minds (en secreto, porque era un grupo proscrito por mis amigos). Durante años, esa canción, ese himno que, de alguna forma, era el himno del final de una década, vivió en mi mente, recreada, grande, épica. Hoy encontré el corte en el océano digital.


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El PP, a favor de la pena de muerte

Visto lo visto, ya sabemos que el PP desea la muerte de De Juana Chaos. No sólo por la muerte en sí de este sujeto, sino por las consecuencias que se deriven de ello para el Gobierno. Por el caudal de argumentos que eso suponga para la lucha abertzale contra el PSOE. No tuvieron suficiente, unos y otros, con presionar para que se le condenase injustamente por un delito de opinión. Ahora el PSOE también padece las consecuencias, vía PP guerracivilista, de aquella politización compartida de la Justicia.

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martes, enero 23, 2007

La información de la historia es la historia de la información

http://www.unabvirtual.edu.co/epic/

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martes, enero 16, 2007

La lógica del sentido

Ayer conocimos una forma nueva de la lógica.

Tiene esta forma:

"Si usted no cumple le pondrán bombas; y si no le ponen bombas es porque ha cedido".

La dijo el presidente del PP y jefe de la oposición donde todos sabemos, a cuenta de lo que todos sabemos.

Yo pensaba que la paz de la que disfruto cuando me despierto, me voy al trabajo o me afeito no era resultado de ninguna transacción. Creí que era producto de una construcción colectiva, de la cesión constante y permanente que nos hacemos los seres humanos al no ejercer la violencia sobre los demás para conseguir nuestros fines. Ahora viviré en una ansiedad insoportable: si hay paz, si en España hay paz, si la hay en el mundo, si hay paz, es porque vendimos a Mefistófeles todos nuestros principios, porque la paz será siempre la moneda de cambio con la que los otros premiarán el error moral de nuestra sumisión.

En la maldita frase, Rajoy convierte a la paz no en razón, sino en síntoma, en sospecha. Es síntoma de un mal previo, de una estrategia fatal sin solución posible. Por tanto, según su silogismo, ningún presidente podrá prescindir de las bombas: ellas nos aferrarán a la certeza de no habernos equivocado, a la certeza de tener razón. ETA, con su lucha, con sus bombas, con su error, nos da la razón. Y si nos diesen su paz, viviríamos bajo el peso insoportable de la alta traición. Rajoy consigue, en una frase como si fuese de Eschen, hacer irreconciliables paz y razón. Tal vez, porque su razón nunca fue la paz.

En Alicia en el país de las maravillas, los personajes juegan con la razón y la lógica. Juegan una partida de croquet en la que la bola es un erizo, los mazos son flamencos y los arcos, soldados que no dejan de desplazarse de un lado hacia otro. Las reglas del juego van cambiando arbitrariamente a medida que avanza la partida. En este juego nadie puede ganar, porque la regla que te hacía vencedor en un momento, al minuto siguiente te hace perder. Porque cuando crees que introduces la bola-erizo en un arco, este se desplaza inesperadamente. Y te hace errar. Lo que antes era válido, lógico, razonable, lo mismo, se muda y transforma en erróneo de manera imprevisible.

No deja de ser sintomático que los populares, que no han leído a Lewis Carroll, acusen a Zapatero de vivir en el país de las maravillas. Si lo hubieran leído sabrían que este mundo sería el último en el que una persona feliz podría vivir. Una partida con el azar sistemáticamente distribuido en tu contra, por encima de la lógica y el sentido. Pero si ese país de las maravillas los incluye a ellos, tienen razón. Efectivamente, la derecha ha convertido la Democracia en un juego en el que por fin disolvieron lo categórico y lo hipotético. Las bombas, y la paz.

Y Rajoy es la Reina de Corazones que, ilógica, iracunda, víctima de su propio juego, le espetaba a Alicia:

"¡Que le corten la cabeza!"

martes, enero 02, 2007

Rajoy ya tiene sus cadáveres políticos

Se los ha ido ganando poco a poco. Frase a frase. Frases como balas: la política puede ser un arma cargada de pasado. Rajoy ha ido construyendo los dos muertos del día 30 a base de manifestaciones y declaraciones, de AVT's y de Acebes' y de COPE's, durante los dos años en lo que está en la oposición. Ha sido una gran inversión. Invertir todos los días en unos posibles muertos, híper-rentabilizados a falta de programa, de motivos, de nada que oponer. Inflar la ilusión de unos hipotéticos muertos del terrorismo. Ya los tiene. Unos muertos en los que el PP dibuja la cara de ZP, del Gobierno, del PSOE.

Pero reflexionemos. O se cede, o se muere. La bolsa o la vida, que decimos en román paladín. No se puede ceder muriendo. Los dos muertos pueden ser síntomas de que se muere, pero no de que se cede. El PP había preparado el campo minado de la paz bajo la sospecha de la cesión: "Esta paz es falsa, porque responde a una rendición". Parecían decir. ¿Qué significan estos dos muertos? Paz como síntoma de una rendición. ¿De qué son síntoma los muertos?

Descansen en paz las víctimas del totalitarismo. Todas. Quienes mueren, y quienes sufrimos el asesinato de la verdad política a manos de la derecha.

Crimen perfecto.