El temita vasco...
Antonio Asencio. Publicado en Diario Directo el 30/03/2005
Todo proyecto tiene su china en el zapato. El País Vasco lleva siendo la china en la suela de una España que no consigue caminar sin complejos. A veces, a este lado del mundo, el lado que se romanizó sin recelos, que se arabizó sin rubor, que vio cómo la sombra quijotesca de una Edad Media olvidada pasaba de largo y cruzaba el atlántico para descubrir nuevos mundos, a este lado, decía, pecamos de ingenuos con los vascos. Aceptemos de una vez que la mayoría no nos quiere. Que no. Que no les entra en la cabeza, y punto. El nacionalismo es así: o lo combates de frente, o si le das la mano, te cogen el brazo. Y si no te lo cogen, te lo hacen saltar en pedazos.
Las encuestas auguran mayoría absoluta del partido de Sabino Arana, aquel que decía que a los españoles había que sacarlos a pedradas de “Euzkadi”, junto con sus socios de Eusko Alkartasuna (en español: Solidaridad Vasca… ¿Tiene gentilicios la solidaridad? Siempre pensé que la solidaridad con gentilicios era simple y puro egoísmo). Así están las cosas. El señor de los caseríos, el neocarlista Ibarretxe (él mismo apela al conflicto carlista cuando habla de “problema secular”), los religiosos que acogen a miembros de ETA en sus Iglesias o consuelan a sus madres en las pequeñas villas guipuzcoanas, al tiempo que miran al suelo cuando se cruzan con una víctima, seguirán controlando el poder en Vascongadas. Lo tienen fácil: les basta con azuzar el fantasma del victimismo, de la intransigencia franquista de la que, dicho sea de paso, no quedan ni tristes estatuas.
Dejémonos de hipocresías y seamos valientes. La cárcel está para quienes incumplen la ley. Si Ibarretxe, si Atutxa, la incumplen, deben ir a la cárcel, como Vera o Galindo, que por luchar contra ETA con recursos extralegales están entre rejas. Como yo, si no hago caso de una Constitución extremadamente tolerante, diseñada para que cupiésemos todos; para que incluso se pudiese construir una educación sin idioma español y que en su versión más extrema, más de ikastola del Goierri, odia a España (pagamos, ahora, las consecuencias). Pero si el Estado no tiene recursos para frenar al nacionalismo y a ETA, mejor será que nos extirpemos el tumor. Dejémosles solos, si es lo que quieren, fuera de España y de una Unión Europea construida contra los nacionalismos reaccionarios y los odios fronterizos. Dejémoslos en su Euskal Herria etnicista y artificial, donde sólo cabe el vascuence y donde se olvidaron de que los pueblos se disolvieron, un día de lucidez, en la alegría de los Estados de Derecho, en la concordia de las democracias y las ciudadanías sin raza. Tomemos una decisión, pero acabemos con este problema. Cada vez da más pena ver cómo vascos que no tienen nada que ver con el nacionalismo que nos odia caminan cabizbajos por España, bajo la sospecha de todos, por culpa de una exigua mayoría que no, no cede, ni cederá nunca. Agur.
Ir a artículo original