lunes, septiembre 29, 2008

La financiación local a debate

Al lío permanente de la financiación autonómica, se ha añadido el lío insurgente de la financiación local. Con alcaldes levantados en armas, alianzas de regidores de PP y PSOE unidos bajo una misma causa, y la Federación Española de Municipios y Provincias convertida en un campo de batalla partidista, este embrollo no ha hecho más que comenzar. Un embrollo que, lógicamente, sale a la luz justo ahora, cuando la venta de suelo deja de ser una fuente de ingresos municipales, debido al parón en la construcción, y la crisis les impide endeudarse al ritmo al que lo estaban haciendo.

La noticia de que el faraónico Gallardón suspende la licitación de obra nueva, por la elevadísima deuda del ayuntamiento de Madrid, ha hecho saltar todas las alarmas. El soterramiento de la M-30 se ha tragado no sólo los coches, sino las futuras guarderías y centros sociales. ¿Qué ha hecho el regidor? Como era previsible, justificar su propio despilfarro, escudándose en la deficiente financiación local.

Porque es cierto que los ayuntamientos necesitan una mayor, y mejor, financiación. Pero este problema no puede ser la coartada perfecta para alcaldes manirrotos, populistas o sencillamente irresponsables, que convierten su gobierno en una campaña de pan y circo permanente, con el único objetivo de ganar las siguientes elecciones. Cuando han vaciado las arcas municipales con infinitos gastos de protocolo, con festejos impúdicamente sobredimensionados, y obras que no son de su competencia que asumen como propias para ponerse la medalla, miran al Gobierno y dicen: ¡más dinero!

Falta financiación local, es cierto, pero falta también mucha transparencia y mucho más control en los ayuntamientos.

Esta circunstancia, no invalida otra de las reivindicaciones de los regidores: que se produzca, de una vez, la segunda descentralización, desde las autonomías a los ayuntamientos. A estas alturas, parece evidente que, en materia de financiación, la anorexia local viene derivada de la vigorexia autonómica.

Los ayuntamientos, en fin, deben dejar de ser el eslabón perdido del Estado. Necesitan más financiación, competencias más definidas, y también más control presupuestario.

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martes, septiembre 23, 2008

El Gobierno y la crisis

El PP ya tiene un nuevo lema con el que inundar ondas, páginas y pantallas: “El Gobierno no hace nada para frenar la crisis”. Lo hemos vuelto a oír en el Congreso del PP regional, que tantas heridas ha cerrado en falso, y lo oiremos durante estos cuatro años, repetido hasta la saciedad, como una letanía insoportable, inmune a la acción del Gobierno pero, sobre todo, a la realidad.

Hay que reconocer que son unos genios en el arte de crear, divulgar y colocar, en la boca de una parte importante de la sociedad española, un axioma fácil, un lugar común, pegadizo, sencillo de recordar, y directo como un punch, para dañar al PSOE. El PP cuenta con una gran ventaja para usar esta técnica de comunicación: sus votantes –más fieles- son más proclives que los de izquierdas a asumir verdades indemostrables y reveladas. Llevan siglos haciéndolo. Y es de una enorme eficacia, porque el lema sintetiza un razonamiento, elimina los matices y crea en el cerebro del receptor un “marco” cognitivo firme y difícil de modificar.

Aznar halló en su sencillez –o escasa estatura política, según se mire- la clave de su éxito. Retomó de Goebbels la receta del lema repetido y de la oposición al Gobierno, pasó del “Márchese, señor González” al “España va bien”. Frasecillas de poca monta, pero tan penetrantes como el slogan de Curro en el Caribe. Luego, Rajoy repitió la jugada con el “España se rompe”. Ahora llega “el Gobierno no hace nada”, y han conseguido –con la inestimable ayuda de algún grupo de comunicación supuestamente progubernamental- que la idea cale más allá de las fronteras de la derecha. Y ahí el Gobierno debería preocuparse.

¿Cómo darle la vuelta al “frame” mediático-cognitivo? Hasta ahora, el PSOE ha contraatacado con la siguiente idea: “el PP debería ayudar en vez de criticar”. Pero creo que no sirve, porque la gente entiende que la obligación de la oposición es, precisamente, resaltar y poner de manifiesto los errores de quien ocupa el poder. Por el contrario, si se han hecho muchas cosas, y el PP las obvia, tal vez sea bueno preguntarse por qué y hallar ahí la clave.

Tal vez, yo les diría: el PP dice que no hacemos nada, y en parte tienen razón. No hemos privatizado la sanidad o la educación, como hace Aguirre; no hemos liberalizado el despido; no hemos recortado el gasto social; no hemos liquidado la ley de dependencia. No hacemos nada de lo que haría la derecha para afrontar una crisis. Y como nuestras medidas no van dirigidas a ellos, seguirán sin verlas.

Porque está claro que la crisis varía según el cristal con el que se la mire.

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lunes, septiembre 15, 2008

Próximo mapa político

En política, el mapa que nos explica dónde nos ubicamos, no es espacial, sino temporal. En el horizonte próximo, tenemos unas europeas, unas gallegas y unas vascas. Tres hitos que convierten el calendario político en un continuo test para Zapatero.
Hagan sus apuestas. Mi pronóstico es: dificultades para el PSOE en las europeas, debido a la baja participación y al más que probable voto de castigo por la gestión de la crisis; Touriño repite o mejora el resultado en Galicia; y victoria de Patxi López en Euskadi.

Inmediatamente después, llega presidencia española de la UE, de la que Zapatero podría salir reforzado para afrontar la segunda parte de su mandato, con un contexto económico probablemente favorable. Soplarían vientos a favor del Presidente para encabezar con garantías una tercera candidatura.

Si se cumplen estas previsiones, Rajoy tendrá dificultades para encarar los dos últimos años de la legislatura, sentirá el aliento de Esperanza Aguirre en el cogote y verá alargarse la sombra de Ruíz-Gallardón.

El giro a la derecha de Aguirre, con decisiones como la de obstaculizar la asignatura de Educación para la Ciudadanía, o sus críticas a la nueva política territorial del PP, es estratégico, a la espera de acontecimientos. Porque cuando amaine la crisis, volverá la política. Nos encontraremos a un PSOE que seguirá necesitando al BNG en Galicia y, si gana, a algún partido nacionalista en Euskadi, que podría ser Eusko Alkartasuna o EB (siempre y cuando no se quieran repetir los funestos pactos PP-PSOE de la época de Redondo Terreros).

Y en ese escenario, Aguirre tendría más credibilidad entre sus votantes para hacer frente al PSOE. ¿Piensa en todo ello la lideresa? Parece que sí. Lo que no sabemos, es qué piensa Rajoy, ni dónde está. No sabemos si Rajoy apoya a Mc Cain, o ve bien a Obama. No sabemos qué propone frente a la crisis. No sabemos cuáles son sus planes para Euskadi. En este mapa del tiempo que es la política, Rajoy parece haber desaparecido.

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lunes, septiembre 08, 2008

Sin memoria no hay convivencia

Decía Quevedo que, en un país donde no existe la justicia, es peligroso tener razón. Tal vez fue, precisamente, la razón lo que le faltó a los golpistas, a los “nacionales”, y a los dirigentes franquistas que construyeron durante cuatro décadas un poder absoluto sobre la ausencia de millones de personas, de millones de voces. Por eso, porque nunca les acompañó la razón, pensaron que en España no debía existir la justicia, y quisieron que la transición se convirtiese en una amnistía. Esa fue, en realidad, su condición para aceptar la libertad: el olvido.

Pero una libertad sin memoria no es libre. Una libertad condicionada al olvido, está amputada, y decir que recordar es complicar la convivencia, es hacer un vil chantaje moral. Nadie preguntó a los españoles, en la transición, si querían olvidar. Se les pregunto: ¿Queréis democracia? ¿Queréis paz? Y la gente dijo que sí. Claro, también la querían antes, pero se la negaron. En ningún punto de la Constitución se dijo que España debía sufrir amnesia.

Hoy, cuando el juez Garzón aplica la Ley de la Memoria Histórica, que no enjuicia a nadie (de eso se encarga la Historia, con mayúsculas, no esta ley), que no ajusta cuentas con nadie, lo único que hace es habilitar, hacer posible, la memoria, tantos años prohibida, arrinconada, de nuestros seres queridos: dónde están, dónde los fusilaron y dónde los enterraron. Eso no nos lo pueden quitar. Ese no es el peaje de la convivencia. Lo que hace posible la convivencia no es el olvido del sufrimiento, sino el reconocimiento y la comprensión de ese sufrimiento, y esa sigue siendo una asignatura pendiente de la derecha. Sin dignidad no hay convivencia, sino sometimiento.

Tal vez, quienes no tuvieron razón, son los que ahora no quieren saber nada de la memoria.

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