lunes, abril 30, 2007

El PP en las municipales

Madrid progresa con Gallardón. Ya no sólo tiene las zanjas más grandes de Europa, la deuda más grande de Europa, las recalificaciones más grandes de Europa, sino que tiene el túnel de lavado más grande de Europa. Se llama M-30.

Esto es un lujo, no me digan. No sólo quitamos los coches de la superficie de Madrid, embelleciendo el Manzanares, restaurando el ambiente costumbrista tan dieciochesco de los alrededores del campo del Atleti, sino que encima les lavamos los coches a los madrileños que toman la circunvalación. Ahí es nada.

Ya puestos, a lo mejor, ese túnel de lavado no sólo sirve para lavar coches, quién sabe. Puede servir para lavar la imagen de nuestro candidato, para lavar intereses, para lavar la deuda, para lavar inversiones, dinero…etc. O hasta para lavar el cerebro a los madrileños, aunque de eso, de la higiene intelectual y moral de los ciudadanos de la capital, ya se encarga Telemadrid, que no sólo es un gran túnel, sino un enorme agujero.

Madrid es el ejemplo de lo que el PP puede hacer con una gran ciudad, nuestra carta de presentación para las municipales, por eso la tenemos tan mimada. Con alcaldes del PP, volverá la “gente normal” a nuestros municipios, gente que ama a su país y lo demuestra no comprando periódicos sediciosos ni escuchando radios incendiarias que están a favor del matrimonio homosexual; con alcaldes del PP habrá túneles de lavado enormes, y tendremos calles y plazas animadas, con manifestaciones para toda la familia contra De Juana y sus aliados socialistas todos los fines de semana; con alcaldes del PP tendremos las mejores zanjas del mundo, zanjas interminables y eternas, de una gran calidad y lo que es más importante, muy españolas, muy nuestras.

Y sobre todo, con alcaldes del PP, habrá inmunidad. Podéis estar tranquilos, ni Andratx, ni Alhaurín, ni Telde, ni Alicante, ni Castellón, ni Melilla tienen nada que temer. Ya lo ha dicho ese ángel de la verdad que es Acebes. Son gente honrada sometida a la persecución de jueces socialistas que dejan a la ETA en la calle y a los alcaldes del PP en la cárcel. Es manifiesto que cuando sucede al revés, cuando es un socialista de clase baja el imputado, es culpable, porque los pobres son los que tienen motivos para robar, no nosotros, que somos personas todas respetables.

En el 95 acudimos a las municipales con la premisa de regenerar la vida política. Eso ya está hecho, y en sí no da demasiada pasta. Ahora tenemos un objetivo mucho más poderoso (y lucrativo): recalificar la vida política municipal, que es lo que mejor sabemos hacer.

Por eso, que las costumbres típicas de la gente normal que somos, es decir, ni el Rocío, ni el paseíto en yate ese domingo de mayo, ni la misa, ni una mariscada, ni tampoco el desánimo por una conspiración que se dio la vuelta, ni la indignación por la maledicencia de PRISA, nos alejen de las urnas. Porque más que ganar, es mucho lo que podemos perder.

Artículo original en El Plural
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viernes, abril 20, 2007

Rajoy, perfecto

Tengo una pregunta para usted. TVE. Máxima expectación después de que Zapatero rompiese el hielo político enfrentándose las preguntas ciudadanas.

Rajoy estuvo perfecto anoche: lo suficientemente mal como para estar peor que Zapatero, que ya es decir, y lo suficientemente bien como para que en el PP sigan creyendo en él y no nos cambien al candidato, que es de lo que se trata. Que siga Rajoy.

En alguna tertulia han dicho hoy que Rajoy estuvo bien, incluso muy bien, y creo que el ABC califica al gallego como "seductor". Destacan, especialmente, que llevase un bolígrafo en la mano que le evitó hacer el mono, como pasó con el presidente. Yendo al plano del contenido, Rajoy, cada vez que pudo, habló de su tema favorito, De Juana Chaos y ETA, en el convencimiento de que a la gente de este país, a la gente normal, estos temas les afectan diariamente tanto como a él.

La estrategia tiene una lógica muy evidente: El PP ha cifrado sus esperanzas electorales en un atentado de ETA, y resulta comprensible que hablen de su esperanza siempre que puedan.

Yo vi una cosa un poco diferente, claro que soy un ser subjetivo y sectario, porque todos los de izquierdas lo somos: vi a un grupo de gente muy cabreada con la derecha, y a un Rajoy que no sabía ni dónde meterse.

Porque Rajoy se preparó para criticar al Gobierno, y al final terminó defendiendo al Gobierno anterior, en el que él era una pieza clave. Lo cual es consecuencia de que este señor, con cara, voz y formas de notario de provincias o presidente de diputación gallega, se mueve por España como si él no hubiese estado 8 años gobernando. De ahí que se produjese un desfile de temas tan repetitivos como lapidarios: la guerra de Irak, el 11-M, el Prestige...etc.

Y de la época actual, le preguntaron por el Estatut (que no tiene nada que ver con el de Andalucía, dice él), por el matrimonio homosexual (él iría a la boda de su hijo si éste fuese homosexual, ha dicho, y luego iría al divorcio, imagino, cuando el recurso que él tiene contra esta Ley prosperase... sólo que en casa no hay maricones, como usté comprenderá, que yo soy Brey pero no soy gay), por la crispación (promovida por el Gobierno, por supuesto)...

Voy a detenerme, porque me llamó la atención, en la respuesta que dio Rajoy a un ciudadano que le preguntó por las banderas pre-constitucionales en las manifestaciones de su partido. "No las he visto". Y se quedó tan pancho... "Pero yo sí, hay fotografías...", le contestó el ciudadano. "Pues yo no las he visto. Lo que sí he visto es la bandera republicana en las manifestaciones de la izquierda".

Rajoy tiene la virtud de no defraudarnos. Contesta lo que esperamos que conteste: no condena la utilización de banderas franquistas, y encima, las equipara con las de la República. Es tan explícito que ni siquiera hace falta que le traicione el subconsciente.

El resto, fue un catálogo balbuceos y de frases magníficas y originales, para enmarcar, del estilo de "los jueces son los jueces, "yo creo en la democracia", "yo creo en la libertad"... Y por supuesto, en la gente normal.

Pues menos mal.

PD: 3 años después... Rajoy aún no sabe si el 11-M fue obra de ETA. Rajoy, a pesar de que no sabe qué pasó el 11-M, cree que Acebes, que sí lo sabía, no mintió. Rajoy sigue pensando que la invasión de Irak tenía el consentimiento de la ONU. Rajoy sigue siendo el candidato de la derecha.

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martes, abril 17, 2007

Telemadrid

Cuando hace años, no tantos, se llegaba a Madrid, se encontraba uno con una capital grande y contradictoria; hecha contra sí misma, pero rara vez contra nadie. Madrid era una urbe incómoda y al mismo tiempo acogedora, a prueba de sus propios elementos y de sus enemigos tanto internos –los nacionalistas españoles de siempre- como externos –los nacionalistas “periféricos” de siempre.

Cuando Telemadrid empezó a emitir, en los primeros 90 de Joaquín Leguina, comenzó siendo el espejo contradictorio, plural y democrático de aquella realidad inventada pero necesaria llamada Madrid. El periodo de Gallardón por la Comunidad afianzó esa senda entre oficialista y vernácula (aunque también permitió que en la parrilla se colasen vergonzantes programas del corazón). Y ahora, con Aguirre, la esperanza ha desaparecido de su programación.

Porque Telemadrid, que había presumido de ser una televisión si no de todos, al menos de casi todos, se ha convertido en un instrumento al servicio del sectarismo partidario, e incluso personalista, de esa gran liberal llamada Esperanza Aguirre. Todo se emite bajo el enfoque de la presidenta, que incluso se atreve a regañar en directo a un periodista de la cadena cuando le hace una pregunta incómoda, acusándole de “comprar” las tesis del PSOE. Los periodistas sabemos que no existen preguntas inoportunas, sino respuestas estúpidas, y la de la presidenta lo fue. Y Germán Yanke, que aparte de ser de derechas, se tenía por periodista y actuaba como tal, fue expulsado de la cadena pocos días después.

Todo esto, por no hablar de las “tertulias” de Curry Valenzuela, el tratamiento informativo de los boletines de noticias, las retransmisiones “festivas” de las manifestaciones de la derecha, el noticiero de la noche con Sánchez Dragó o los reportajes sesgados que constantemente emite la cadena para apoyar la teoría de la conspiración, denostar la política lingüística catalana o cualquiera otra obsesión peregrina del PP autonómico.

El caso es tan escandaloso que dos directores de Telemadrid, uno de la época del PSOE, Jorge Martínez Reverte, y otro con el PP, Francisco Giménez-Alemán, han unido sus voces para denunciar la preocupante degradación de la cadena autonómica. Y un grupo de trabajadores de la casa ha constituido una plataforma que ha denunciado la situación ante las instituciones europeas y pretende convertirse en partido político con el fin testimonial de que la cadena se vea obligada a emitir esta protesta en los espacios de propaganda electoral.

Para justificar este destrozo, el PP de Aguirre se refugia en el “y-tú-más”, acusando a TV3 o Canal Sur de estar al servicio de los socialistas. Pero lo cierto es que fue el PSOE quien propuso hace meses al PP un pacto de desarme bilateral en materia de televisión autonómica, instaurando mecanismos que garantizasen la neutralidad de estos medios, y se encontraron con una negativa rotunda de los populares. Resulta, además, que quien se sirve de este medio público y se lo carga se hace llamar “liberal”, de ese tipo de liberalismo tan peculiar que padecemos en España que otorga todas las licencias –sin excepción- de televisión autonómica y digital a medios de derechas, que prohíbe obras de teatro porque critican a la Iglesia (aunque es legítimo caricaturizar a Mahoma), que antepone el insulto al razonamiento o la conspiración elaborada en las cocinas de periodistas amigos a la instrucción realizada por un juez.

Más allá de la batalla de siglas, Aguirre ha conseguido que Telemadrid traicione la altura de miras, la mirada plural y tolerante que debe caracterizar a la capital de todos. Telemadrid no sólo ha imitado los peores vicios de las televisiones de “provincias”, sino que los ha superado, convirtiéndose en el mayor ejemplo de localismo partidista y cerril, en la demostración final de que la existencia y el funcionamiento de las televisiones autonómicas requieren un debate urgente y en profundidad.

Yo no sé si Madrid soportará a Telemadrid. Dicen los semiólogos posmodernos que la realidad es hoy un invento de los medios de comunicación, y no al revés. Yo creo que esto es válido para todas las realidades menos para la menos real de las ciudades, Madrid, que lo ha resistido todo, que se ha resistido incluso a sí misma, a su propio y magnífico invento. Telemadrid no está a la altura de Madrid. Pero llegarán tiempos mejores.

Publicado en El Plural

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domingo, abril 08, 2007

El jefe de todo esto

Esta semana va de cine. Normalmente no me gustan demasiado las pelis de Lars Von Trier. El cine dogma está muy bien para gafapásticos empedernidos y aspirantes a críticos en la Guía del Ocio. Mi cine es, normalmente, otro más depurado de experimentaciones que me sé de memoria.

Sin embargo, El jefe de todo esto me ha gustado. Imaginaos una empresa en la que el propietario va de incógnito, se hace pasar por un simple encargado y remite las decisiones difíciles a un supuesto director (el jefe de todo esto) que, a la postre, vive en USA sin tiempo para visitar sus filiales. Es, por supuesto, una invención. Pero llega un momento en el que el propietario incógnito decide vender la empresa y echar a todos los empleados. Necesita escenificar toda la operación, y para ello contrata a un actor que hará de director, ya real, ya encarnado y regresado de USA. Y ahí se monta el lío que impulsa la comedia, entre el absurdo, el esperpento y el enredo.

Y entre el enredo, se va tejiendo una reflexión acerca del poder, que en la era de la globalización es virtual, deslocalizado, ubicuo; acerca de la representación del poder (¿el poder se tiene o se escenifica?); acerca de la delegación del poder (¿se presta, se hurta, se transacciona?); acerca, en definitiva, del teatro de la vida. El jefe de todo esto es una parábola acertada, por momentos estridente y gamberra, pero al menos, capaz de conducirte por meandros insospechados.

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miércoles, abril 04, 2007

Los neocon españoles

02/04/2007 El Plural

Existe una fingida tendencia en la derecha que pilota ideológicamente al PP a autodefinirse como los “neocon españoles”, importando directamente la fórmula basada en los “think tanks” yanquis, satélites del Partido Republicano. En una palabra, en intentar convencernos de que son unos gurús que le dan al coco inspirándose en politólogos como Carl Schmitt, Allan Bloom u otros más recientes como Robert Kagan. Ojalá, dentro de lo malo, tuviesen la altura de éstos.

Desde que Aznar montase los chiringuitos de la FAES y el GEES, el señor Jiménez diese la murga con su inclasificable engendro televisivo y digital de militancia liberal-católica, y Telemadrid asumiese la portavocía populista del asunto, nos han vendido hábilmente una mona vestida de seda. A saber, que todos ellos componen un nutrido grupo de intelectuales, sesudos y sin pelos en la lengua, cuya misión es abrirnos los ojos frente a los peligros del siglo XXI: Zapatero y la descomposición de España, la falsa amenaza del cambio climático, la inminente guerra contra los musulmanes, etc. Todo lo que huele a izquierda es blanco de un ataque indiscriminado y apocalíptico, a medio camino entre la retórica chabacana y la impostura intelectual, y con altas dosis de épica barata.

A poco que una persona con cierto sentido común –no digo con una altísima formación universitaria- analice las producciones de FAES, de GEES, o de cualquier portal de esta flota de voceros del fin del mundo, se da cuenta del camelo. El catálogo, la verdad, acojona: desde teorías de la conspiración hasta informes sobre la maldad del matrimonio homosexual, pasando por revisiones absolutorias del franquismo (¿quién está mirando en España hacia atrás?) y activismo beato Rouco’s style.

No digo yo que entre estos intelectuales llamados a filas no haya cabezas pensantes, pero lo cierto es que, si las hay, han puesto el cerebro al servicio del poder que les paga. Han alquilado sus neuronas a tiempo completo. Porque al cabo, un Think Tank no es más que una entidad que financia, e incluso compra -y eso explica el fenómeno de los tránsfugas de la izquierda- a tipos para manufacturar argumentarios donde lo que más importa es la destrucción del adversario, y lo que menos, la verdad del asunto. Y para colocar los argumentarios en la calle, se han provisto de “asociaciones cívicas” como el Foro de la Familia, el de Ermua o la AVT. Todas bien pagadas, claro. Y ya tenemos el organigrama completo: desde la teoría hasta la praxis –el agit prop-.

Son altavoces pagados. Matones del pensamiento que van meando en todas las esquinas del barrio. Graffiteros con gomina. Tienen una misión: hacer que la pared, que es blanca, se vea sucia. Al loro con estos tipos.

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